Agradeciendo aquéllo de que "recordar es vivir", ahí les va el mío:

La razón, además de la calentura, fué la curiosidad. Era el verano de 198..., y acababa de perder el quinto con la secretaria de mi padre (creo firmemente que el fué el que me la echó encima) y, estando caliente y ella de vacaciones, se me ocurrió ir a una casa que se encontraba en Hamburgo # 41. Me atendió Mayra, una chava gordibuenísima que recuerdo que tenía una fístula congénita justo donde se unían sus nalgas. Me dió una excelente mamada terminada y, viendo que todavía me quedaba algo de pila (era yo muy joven, pues. Brincos diera poder hacer lo mismo ahora), una nada mala cogida. Todo sin condón, pues fué antes de los tiempos del infame SIDA.

Saludos!