Una boca sana y limpia nos invita a explorar, un aliento fresco nos deja imaginar la personalidad que existe detrás de esa persona, nos lleva a abortar una misión o nos motiva a besar y besar y seguir besando... Unos labios pueden ser tan poderosos que nos invitan a la cercanía y a desear llegar a otros niveles más profundos de intimidad.

A subir de tono despacito como cuando enciendes un auto, avanzas de estar en alto total y cuando te das cuenta ya estás en el carril de alta velocidad.

La textura de unos labios suaves siempre se agradece, cuantas veces hemos visto la foto de un anuncio en cualquier parte y a partir de ahí podemos fantasear en como sería su beso, o tal vez de alguna persona conocida que con las expresiones de su boca dice más que cuando habla…

Dejando volar la imaginación podemos suponer que ese aliento limpio y calientito llega a nuestros lugares secretos a transgredir todo lo imaginable. Caminando por ese mismo sendero la legua que no comprende límites es capaz de llegar hasta el último centímetro de nuestro ser hasta hacernos vibrar tanto como nos haga falta.

Conforme pasa el tiempo y vamos teniendo experiencias con otras personas, adquirimos información que sirve para enriquecernos en todos los aspectos. Cada encuentro es diferente pero en todos los tiempos y casos está impresa dando sentido una contraseña constante:

QUERER COMPARTIR

De cada quien depende el hecho compartir miserablemente ó ser tan generoso como guste y la escala de matices que se permite saborear consigo mismo y con su pareja.

Pienso que independientemente del nivel de confianza que se tenga con otra persona, en los labios, los dientes, la lengua y todos los sonidos que en ella puedan emitirse aquí se encuentra uno de los mayores placeres carnales y emocionales de la conciencia humana.

Y para comprobarlo, ¿Quién no recuerda su primer beso>
...mi corazón se puso a mil por segundo cuando me rodeo con sus brazos en aquella penumbra…
yo apenas tenía 13 años y él 23…

Besos a todos en donde más les gusten, Afrodita