El Peregrino Versus Luján (Recomendaciones)
Antecedentes
Desde principios de la semana pasada inicié la búsqueda de la candidata ideal para vivir un encuentro, querÃa alguien que estuviera guapa, buenÃsima y que fuera formal. Después de ver algunos perfiles y de leer reseñas y recomendaciones tomé la mejor decisión: ¡Luján!
Siguiendo el protocolo habitual, la llamé, me dio los informes de rigor, que en está ocasión incluÃan una promoción, y acordamos la cita para el viernes temprano. Durante los dÃas previos al encuentro nos mantuvimos en contacto a través de mensajitos. Finalmente el jueves por la tarde confirmamos.
Los hechos, ¡los gloriosos hechos!
El viernes le mandé un mensaje una hora antes de la cita, recibà su respuesta, encargué el changarro y me dirigà al lugar de la cita. Me instalé, le indiqué el número de habitación, percibà los nervios clásicos de cada encuentro y me dispuse a esperar.
La Princesa arribó poco después. El placer inició desde que entró a la habitación, me quedé un tanto pasmado al ver una hermosa mujer, muy joven, alta y de un cuerpo impresionante. VestÃa un minivestido ajustadÃsimo color mamey. Mi vista acarició su cuerpo mientras andaba en dirección al sofá para dejar sus cosas ¡qué piernas! ¡qué trasero!. “¡Hola mi amor! ¿Cómo estás>” – me dijo- “Ahora estoy muy bien!” –contesté- y vino a mi para entregarme las llaves del reino.
Me abrazó y los besos pasaron de cero a cien en segundos, mis manos acariciaron sus enormes nalgas, duras y ricas. Nuestras lenguas luchaban para entrar a la boca del otro, felizmente a veces ganaba y a veces perdÃa. Se puso en cuclillas y comenzó una mamada deliciosa. Se incorporó y sonriendo se quitó el vestidito. Yo la emulé. Le pedà que caminara para admirar su desnudez, apenas cubierta con su mÃnima tanga. ¡Excelsa! Mis manos ávidas recorrieron su anatomÃa, acariciaban y a veces estrujaban. Se recostó en la cama y los besos continuaron, me nutrà de sus pechos, primero con sutileza pero la excitación me hizo succionar con fuerza, pensé que me pedirÃa que parara, ¡pero no! Le gustó y mucho. Viajé hacia el sur de su cuerpo y devoré su sexo, introduje mis dedos y comenzó a jadear, “asÃ, asÃ, ¡que rico!” - me decÃa. Me devolvió el favor y se apoderó de mi virilidad. Gran show verla como me mamaba, yo le pedÃa que se lo comiera completito y dócilmente obedecÃa. ¡Delicioso!
Luego pasó a montarme, la sensación de placer que nacÃa en mi miembro se extendÃa a todo mi cuerpo, placer que se potenciaba al ver como rebotaban sus pechos al subir y bajar. Se reclinó sobre mi y mis labios se apoderaron de sus pechos una vez mas. Se incorporó y le dije “¿me vas a dar tu colita>”, dijo “SÔ. Se puso en cuatro y comencé por su vagina, poco a poco inserté mi dedo en su ano súper estrecho. Después de un rato volvà a repetir “colita”, “dale” -respondió. Dirigà mi miembro hacia el objetivo y la sensación de ir entrando fue gloriosa. Entró todo. Inicié despacio, pero pronto empecé a darle durÃsimo “¿te gusta>”-pregunté- “siiii” -me dijo en un jadeo. ¿Cómo describir esa imagen> Un hermosÃsimo culo siendo penetrado por mi. Un rato después exploté, sudaba copiosamente y sentÃa el corazón latiendo con fuerza. ¡Que orgasmo!
Durante el breve descanso se acurrucó junto a mi y nos divertimos cuando ella imitó mi expresión al verla entrar. ¡No podÃa dejar de admirar y acariciar su lindo rostro y tremendo cuerpo! Nos refrescamos y caÃmos en la cama juntos, los ricos besos reiniciaron. Su mano tomó mi miembro y mientras viajaba a el, me dijo “se te para rápido”, le contesté “gracias a ti”.
“Me encantó darte por la colita” –apunté- “¿te gustó>” -me dijo viéndome a los ojos y sin dejar de nutrirse de mi miembro- “me gustó mucho ¿la puedo tener otra vez>” –le dije- “Sà ¿cómo quieres qué me ponga>” -me susurró. Me incorporé y estando ella boca arriba la llevé al borde de la cama, mi erección era poderosa y ya ansiaba penetrarla nuevamente. Sostuve sus piernas abiertas y poco a poco volvà a sentir el delicioso placer de entrar en su estrecha colita, una vez mas nada quedó fuera. Al iniciar el mete y saca sus piernas estaban bien abiertas, luego las cerré un poco y me apoyé en ellas, sus rodillas casi tocaban sus hombros. Me extasiaba ver como mi miembro entraba y salÃa mientras ella gemÃa y acariciaba su sexo exponiendo su clit. Luego junté sus piernas y embestà con fuerza, sus gemidos tornaron gritos “¡asÃ, asÃ, cógeme!”. La puse de ladito y finalmente regresamos a la clásica y tan socorrida posición de perrito. Pocas veces he transpirado tanto, parecÃa salido de una alberca al escurrir chorros de sudor por tan magnifico y placentero ejercicio.
Me separé y las piernas me temblaban, sin haber terminado todavÃa me retiré el condón, me lavé y me recosté. Ella no tardó en volverme a atrapar con sus labios. Cerrando los ojos, me concentré en la sensación de sentir la fresca humedad de su boca envolviendo a mi amigo, al abrirlos me excitaba aun mas el ver su bello rostro mamando con expresión de excitación. De vez en cuando escuchaba un leve chasquido seguido de un susurro “¡mmmm que rico!” Poco después terminé.
Después de lavarse, este angelical súcubo se recostó junto a mi y me abrazó sin importarle mi sudor. Después de la tremenda tormenta sexual vino una tierna calma. HacÃa varios minutos que el tiempo se habÃa agotado, pero aun invertimos otros en conversar y en escribir un lindo epÃlogo.
Mientras se vestÃa, después de bañarse, la volvà a desear, pero ya mis deberes clamaban por mi. Un besito marcó la despedida y la promesa de vernos pronto.
Al momento de escribir aun experimento la sensación de bienestar que me dejó esta muy linda experiencia. ¡Gracias Luján!
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