LUJÁN, NUEVAMENTE LUJÁN

Así es ¡Luján, nuevamente Luján! La semana pasada me encontré una vez más con este monumento de mujer. En mi horario favorito llegó enfundada en un minivestido negro con puntitos blancos, el cual le hacía lucir su espléndida figura ¡Qué piernas y qué trasero!

Al llegar solo hubo un brevísimo saludo y enseguida pasamos a los besos profundos, ricos, muy sexuales. Apenas cubierto por una toalla, tomó mi miembro con su mano y dijo: “No te digo, se te para rapidísimo”. Se recostó en el borde de la cama, quedando a la altura justa de mi erección, entonces el ritmo pausado de su cabeza al ir y venir junto con la exacta presión de sus labios comenzó a transportarme a una dimensión de puro placer, el cual incrementé al detener su cabeza y bombearla por su boca, lentamente balanceaba mi cadera e introducía todo mi miembro hasta producirle arcadas.

Después de un rato me recosté y ella procedió a montarme de frente, me encantó ver el vaivén de sus senos, percibir su excitación al ver que su respiración se aceleraba, palpar la transpiración de su piel. Se inclinaba sobre mi para besarnos o para ofrecerme sus pechos, los cuales mamaba con fuerza, con rudeza ¡como me gustan! Conforme ella se acercaba al orgasmo sus movimientos y gemidos se hacían mas fuertes, mientras yo le propinaba sonoras nalgadas en sus inmensa retaguardia. Su orgasmo llegó, húmedo, sudoroso, rico. Tomó aire unos segundos y pasamos a la posición de perrito e hice mía su colita. Es delicioso penetrarla así, disfrutar la imagen de que todo mi miembro se pierde en sus entrañas, excitarme con su placer ¡Le encanta el sexo anal! Después de unos deliciosos minutos mi orgasmo también llegó.

En el descanso del medio tiempo nos aseamos y platicamos un poco. Le dije “creo que deberíamos ser novios”, “ya lo somos” respondió y los besos dieron la bienvenida al segundo tiempo ¡Qué rico besa!

Su boca se apoderó una vez mas de mi virilidad, luego me susurró “¿Querés que te coja>”, enseguida dije “¡Sí!”. Después de encapucharme se incorporó, me dio la espalda y tomando mi miembro me volvió a montar introduciéndolo en su colita. Mi erección entró completa, mientras subía y bajaba me dijo con la respiración entrecortada “¿Te gusta amor>”, “Me encanta. Me leíste la mente, ¡así te quería tener!”, le respondí. La imagen era una deliciosa locura. Luego nos incorporamos, ella se recostó boca arriba y yo estando de pie la jalé hacia el extremo de la cama donde la volví a tener por su colita, ella levantaba su cabecita para ver el saca y mete. Su expresión lo decía todo, ambos estábamos disfrutando de este sexo salvaje. Después de un buen rato de arremeter con fuerza me pidió paz, “Amor, me duele un poquito” me dijo. Sosteniendo sus piernas con mis brazos, salí de ella y tomé un respiro. Me incliné hacia ella y nos besamos “¡Mmm que rico!” apuntó. “¿Otro ratito>” le pregunté, “Dale amor” me dijo y nuevamente disfruté de su rincón mas estrecho…

Sin terminar y sudoroso, me dejé caer en la cama. Ella me retiró el condón y me regaló otra rica mamada. Me resistía a terminar, el placer era mucho y quería prolongarlo lo mas posible. Mientras su boquita descansaba su manita hacía el trabajo, sentí que mi eyaculación ya venía y le dije “¡boquita, boquita!” antes de que su boca me atrapara exploté. “Jajaja ¡eres un tramposo! Casi terminas en mi boca” me decía mientras golpeaba mi brazo. Se levantó para asearse y regresó enseguida para recostarse junto a mi y permanecer abrazados, sin dejar de reprocharme mi travesura.

Mi niña pasó a bañarse y mientras intentaba vestirse yo la seguía disfrutando, estrujaba sus nalgas, besaba su abdomen, mamaba sus pechos, en fin. Riéndose se retiró un poco y le dije “¡Mira cómo me pones!”, mientras le mostraba otra tremenda erección. Me volvió a besar y poco después nos despedimos.

Esta es apenas la tercera vez que la veo, vendrán muchas más…

Saludos a la banda