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Mi primera doncella, Isabela. (Recomendaciones)

Escrito por CrashOverride, (hace 4376 días)

Capítulo I

Isabela, se llamó mi romance de una hora y 35 minutos. En el Villas Patriotismo, un humilde servidor que ha leído por meses las hazañas de los grandes, sin carro llegó a su primera aventura, con un cepillo de dientes, unos SICO x 3 y un listerine pequeño, en una bolsa blanca de farmacias del ahorro.

Llego caminando a tan elegantes aposentos: los guardias me miran con atención.
Buenas noches, por favor, un cajero automático> – Pregunto con amabilidad y condescendencia ante sus miradas curiosas. –
Enfrente tienes uno hijo.
Muchas gracias – contesté –

Crucé la avenida, y con destreza total retiré el efectivo y volví a cruzar en esa madrugada fría. Todo tembloroso doy mi tarjeta, me preguntan si me voy a quedar toda la noche. Acepto las condiciones, tomo el elevador y cruzo el pasillo. Llego a mi habitación, analizo la cerradura, medio entiendo y deslizo aquella extraña tarjeta. Nada pasa. Intento 5 veces más. Nada. El niño se ríe de sí mismo, hay tantas cosas que no sabe de este mundo. Bajo de nuevo a recepción, pregunto. Me dan instrucciones mirándome con ternura.

De cualquier forma, ahorita mando a alguien a que le abra señor.
Muchas gracias. – Otra vez –

De nuevo en el segundo piso, me interno en ese mar de puertas. Deslizó más rápido mi tarjeta. Voilá, la puerta se abre ante mí y en ese momento también, Andrea Valderrama, contoneándose como sólo ella, camina hacia el ascensor. Sin miedo, y con un valor que no conocía, le hablo, converso brevemente con ella, sonreímos, le pido detalles, mis ojos en ese escote tremendo. Rozamos nuestras mejillas en un beso de despedida improvisada. Ella es muy amable. Es mi deber como caballero andante en este camino de baldosas amarillas, encontrármela otra vez en algún pueblo vacilante. ¡Pero aguardad! Eso será contado en otra ocasión.

El encargado de llaves llega. Me ayuda a abrir nuevamente el cerrojo ya que yo regresaba encandilado de ver los ojos de Andrea. ¡Qué oportuno! Me ahorra la vergüenza de no saber que la tarjeta debe colocarse en esa ranura para tener acceso a energía eléctrica. Agradezco de antemano, y entro a ese espacio, en el que no existe nadie, más que mi verdadero yo.

Pero primero, me arreglo, rompo mi bolsita blanca de farmacias del ahorro, aplico pasta de dientes, listerine y vaya sorpresa! El costo del hotel incluye un pequeño sobre de pasta, un cepillo y bastantes otras cosas que bien me hubiera ahorrado, aún más el hecho de presumir mis compras en una farmacia de paso. Le confirmo a mi hermosa rubia, me baño. Me coloco la toalla e impaciente me tumbo en la cama a escuchar ese momento en el que algunos tacones se detendrían frente al número 214 de ese palacio provisional.

Capítulo II.

Isabela, se llama la chica que atravesó la puerta y que desde el primer segundo se dedicó a comer a besos a este leal vasallo informático. Me sorprende esa belleza atascándome de besos aún con sus cosas en mano. Mis inexpertas manos no saben como seducir ese cuerpo hermoso, delgado y esbelto. Como pulpo, quiero devorármela ahí, cierro la puerta, se despega un poco de mí. Me analiza, me sonríe con esfuerzo pero ante todo con disposición y amabilidad. No la culpo, sería la hora, mi edad supongo y el hecho de no haber demostrado destreza. En fin, me pregunta, mi color favorito de lencería. Rojo. Se decepciona, sólo traía azul, negro y otros colores que no puedo recordar, yo solo la veía despojándose de sus ropas. Me encantan su cabellera rubia en esa delgada espalda blanca. Sus piernas firmes, sus nalgas preciosas y de tamaño generoso.

[image]

El niño se calma. La espera ha sido larga, la decisión tomada. No hay nada de que arrepentirse, con esa chica que ha salido y que se postra ante mi envuelta en esa lencería azul… Me sonríe, ahora con más confianza, ¿Te gusta mi amor>

Me embriaga su aroma. Lo estoy recordando ahora mismo. Se recuesta encima mío, me besa con ganas. Acaricio su cabello, su espalda, y tomo esa cintura pequeña, la amoldo a mi cuerpo, mis manos toman sus nalgas redondas con una desesperación titánica. La beso un momento más, quiero detener el tiempo mirando su rostro, es preciosa. Pero cual fiera, no deja de besarme, la recuesto sobre la cama, beso todo ese rostro hermoso, su cuello, sus pechos, su abdomen… alza los brazos exponiendo sus delgadas, blancas, tersas y hermosas... dios mío, fui un hombre débil ante esas axilas y esos pies hermosos. No supe cuando salí de ese trance, me enloqueció la suavidad de su piel, y el aroma pulcro e inconfundible de esas zonas tan olvidadas.

[image]

Me invita a seguir el juego. Me hundo sobre esos labios deliciosos, mi lengua entre ellos, degustándola, mi vista en su rostro, me atrevo a jugar con dos dedos, ella gime ligeramente. Así sigo por unos breves instantes, la sigo devorando, no dejé ni un centímetro de su piel sin conocer. La volteo boca abajo, junto sus piernas y me hundo sin penetrar en ese par de nalgas con el mayor goce que pude. “Ay, rico papi, rico, rico!”
Arriba y abajo, lento y enérgico, no dejaba de rozar toda mi virilidad contra ella. Casi exploto! No puedo más, beso y paso mi lengua sobre toda su espalda, me como ese par otra vez, esta vez con la lengua, la nalgueo, la muerdo, la acaricio, es una mujer especial. La coloco en cuatro: contemplo eso que esta frente a mi, quiero pintarla, inmortalizarla, observar todo el tiempo esa imagen a nivel de mi rostro. Abro ligeramente su pequeño *. Preparado estoy, como todo caballero, para las sorpresas: ninguna. Toda ella es una oda a la limpieza. Más por el contrario, este vasallo se embriaga entre el aroma de sus pliegues íntimos, lo degusta una y otra vez, no me cansaré de esto jamás… “Ay, rico papi, más duro, rico, rico, rico!”

Es mi turno. Me recuesto y espero esa sensación maravillosa con los ojos cerrados. ¡Oh Dios mio! Ahí estaba ella, masajeando con sus labios a mi fiel espada. Desenfundada y ensalivada, brillaba más que la de cualquier rey. Lo hace suave, me masturba con sus manos, no puedo olvidar ese momento. Tomo su cabello, capto su aroma nuevamente, me acaricio con él, mientras sus labios me devoran todo sin compasión. Tomo su cabeza, yo marco el ritmo, me da pequeños mordiscos y la detengo. ¡Perdón! No lo pida bella dama. Y siguió y siguió, mientras yo en el espejo contemplaba el espectáculo de esos preciosos glúteos, que en unos momentos serían míos.

[image]

La tomo, la acomodo a como mi instinto quiere poseerla. Preparo todo, masajea mi compañero de batalla, esa zona tan especial y estrecha. Ella entiende, toma un poco de lubricante y me invita a hacernos uno solo… inexplicable, estoy dentro de ella, sabe colocar su cuerpo, de manera que uno experimenta con ese poder, de estar disfrutando y dominando a una hembra extraordinaria. “Mas duro papi, rico, rico, más, más duro, más”. Veo la escena, penetrándola con las fuerzas que me quedan, se mueve bruscamente ese cabello rubio que me enloquece, esas nalgas pegando en mi, no aguanto más, y exploto.

[image]

Si así es. El niño no fue a su ritmo. Ella con toda la experiencia en su labor, condescendiente me limpia. “Que rico amor”. Yo no le creí nada. Pero se lo agradezco.

Se dirige al baño, se coloca un plástico en el pelo, y se baña. ¿Ya se va>

Como cualquier caballero, esperé solemnemente en la cama. Tenía preparados todos los escenarios para reaccionar de la mejor manera. Pero sinceramente pensé que ya se iba, que mal, habían transcurrido apenas 20 minutos. Pero que equivocado estaba. Se tarda unos 10 minutos el destino, para enseñarme a esa muñeca nuevamente, envuelta en ese atuendo con el que aparece en sus fotos: ¡OH DIOS!

¿Te gusta papi> Y como cualquier caballero que mire a su doncella, le contesté con suavidad. Nuevamente quería ella empezar el ritual… pero yo quería entender por primera vez alguna otra de sus palabras, aparte del delicioso “Ay, rico papi, más duro, rico, rico, rico!”
Platicamos, yo no dejaba de acariciarla, su piel era de nubes. Su cabello, digno de una princesa. Su aroma es uno que el mismísimo Jean-Baptiste Grenouille no consiguió. Me cuesta mucho trabajo entender sus letras, esa musicalidad en la voz, no la había escuchado de cerca jamás. Soy malo con las palabras, debo aceptarlo, su belleza me estresa aún más. Pero me tranquilizo, la trato como a mi Dulcinea.

Relajada (o aburrida quizá jeje), me pide que bese su espalda… volé sobre ese manto blanco bien hidratado, y aunque burdo, hilvané los mejores movimientos que mis manos se permitieron sobre esa piel suave y tersa. Era de madrugada y seguro ya se quería dormir, pero siempre se mostró atenta a lo que quise. Me dejo hacer de todo, claro, siempre en los límites que el reino nos permite.

Ella afila nuevamente mi espada, me devora otra vez todo, lo disfruto, pero aquí es donde les fallo mis hermanos. No puedo soportar mucho tiempo ver una dama en esa posición. Así que decido que es suficiente, beso sus labios, su rostro entero, amé completamente a esa rubia hermosa.

Relajado (y más enfocado) tomé la iniciativa, y ahora si, con ese descanso de perlas después de la primer batalla, arremetí nuevamente contra ese tesoro, más fuerte, me montó, yo veo sus nalgas encima de mí y acaricio su espalda, que espectáculo, llevo el ritmo esta vez, eso definitivamente lo tenía que disfrutar. Luego de perrito, de tornillo, de mariposa, chivito al precipicio, misionero, las únicas de las que me acordé, pero toda el alma ella y yo en cada una de ellas. Mis labios jamás dejaron de sentir su piel, sus pechos, hermosos como ella y que sin ser una exageración, me enviaron directamente al cielo, por segunda vez en la noche. Terminé con mi armadura en el suelo, pero no derrotado, si no feliz y satisfecho, con una de las mejores damas del reino.

[image]

Capítulo III

Isabela, tan dispuesta ella con su inexperto y torpe caballero, me deja seguir disfrutando de sus labios. Mi aventura con ella ha ido excelente. Se aleja de mí, y nuevamente se baña. Le tengo pena, pero le pido bañarme con ella, y accede de buena manera. No me siento digno para volverla a tocar y sólo para mis adentros permito que mis ojos se deleiten con su desnudez... salimos, ella, platicadora un poco, se seca, yo hago lo mismo. Contemplo su belleza. ¿Cómo se consigue una mujer así en el reino real>

[image]

Pide su palafrén. Mala suerte, le dicen que tardará un poco. Ella hace pucheros, pero amable cuelga el teléfono. Mis antepasados me bendicen con unos minutos más de su compañía. Platicamos más, yo la tomo como a mi novia de preparatoria. Le tomo fotos, le encanta ser captada por el lente. Jamás considero tomar su rostro, ese es sólo para mi mente. Ahora ella me mira y me besa, me mira y platicamos. Otro beso más. Ella es una niña hard que cayó en la cama con un humilde caballero soft. Somos mundos incompatibles, lo comprendí al instante. Otro beso más. Busco una papelería abierta a esa hora, pues tiene que imprimir su tickets para el vuelo de temprano, le doy la dirección de una cercana. Sonríe. Le extiendo mi mano para hacerle presente la gratificación por esos momentos extraordinarios. Está un poco ansiosa, pues tiene que llegar a preparar sus maletas, y el buen lacayo del palafrén, apenas viene en camino.

[image]

Por fin llega, me deleita con otro beso más, quiero hacerle creer ingenuamente a mi mente – todavía – que no se quería ir, por que se despidió más veces de las necesarias. Pero se fue, por esos pasillos que seguramente mi caballo volverá a pisar.

Ya en mis sueños, la señorita de recepción me despierta disculpándose.
- Señor la señorita que acaba de salir, viene en camino, al parecer ha perdido su BlackBerry… - y me levanté sólo para verificar que ese teléfono, ya no estaba en mi habitación.

UUff que largo el relato zzzzzzzzzzzz y zzzzzzzzz muchas palabras no hacen falta relatos cortos y consisos son mas valiosos me aburrio

Escrito por Miguel, (hace 4376 días) @ CrashOverride

» Capítulo I
»
» Isabela, se llamó mi romance de una hora y 35 minutos. En el Villas
» Patriotismo, un humilde servidor que ha leído por meses las hazañas de los
» grandes, sin carro llegó a su primera aventura, con un cepillo de dientes,
» unos SICO x 3 y un listerine pequeño, en una bolsa blanca de farmacias del
» ahorro.
»
» Llego caminando a tan elegantes aposentos: los guardias me miran con
» atención.
» Buenas noches, por favor, un cajero automático> – Pregunto con amabilidad y
» condescendencia ante sus miradas curiosas. –
» Enfrente tienes uno hijo.
» Muchas gracias – contesté –
»
» Crucé la avenida, y con destreza total retiré el efectivo y volví a cruzar
» en esa madrugada fría. Todo tembloroso doy mi tarjeta, me preguntan si me
» voy a quedar toda la noche. Acepto las condiciones, tomo el elevador y
» cruzo el pasillo. Llego a mi habitación, analizo la cerradura, medio
» entiendo y deslizo aquella extraña tarjeta. Nada pasa. Intento 5 veces más.
» Nada. El niño se ríe de sí mismo, hay tantas cosas que no sabe de este
» mundo. Bajo de nuevo a recepción, pregunto. Me dan instrucciones mirándome
» con ternura.
»
» De cualquier forma, ahorita mando a alguien a que le abra señor.
» Muchas gracias. – Otra vez –
»
» De nuevo en el segundo piso, me interno en ese mar de puertas. Deslizó más
» rápido mi tarjeta. Voilá, la puerta se abre ante mí y en ese momento
» también, Andrea Valderrama, contoneándose como sólo ella, camina hacia el
» ascensor. Sin miedo, y con un valor que no conocía, le hablo, converso
» brevemente con ella, sonreímos, le pido detalles, mis ojos en ese escote
» tremendo. Rozamos nuestras mejillas en un beso de despedida improvisada.
» Ella es muy amable. Es mi deber como caballero andante en este camino de
» baldosas amarillas, encontrármela otra vez en algún pueblo vacilante. ¡Pero
» aguardad! Eso será contado en otra ocasión.
»
» El encargado de llaves llega. Me ayuda a abrir nuevamente el cerrojo ya que
» yo regresaba encandilado de ver los ojos de Andrea. ¡Qué oportuno! Me
» ahorra la vergüenza de no saber que la tarjeta debe colocarse en esa ranura
» para tener acceso a energía eléctrica. Agradezco de antemano, y entro a ese
» espacio, en el que no existe nadie, más que mi verdadero yo.
»
» Pero primero, me arreglo, rompo mi bolsita blanca de farmacias del ahorro,
» aplico pasta de dientes, listerine y vaya sorpresa! El costo del hotel
» incluye un pequeño sobre de pasta, un cepillo y bastantes otras cosas que
» bien me hubiera ahorrado, aún más el hecho de presumir mis compras en una
» farmacia de paso. Le confirmo a mi hermosa rubia, me baño. Me coloco la
» toalla e impaciente me tumbo en la cama a escuchar ese momento en el que
» algunos tacones se detendrían frente al número 214 de ese palacio
» provisional.
»
» Capítulo II.
»
» Isabela, se llama la chica que atravesó la puerta y que desde el primer
» segundo se dedicó a comer a besos a este leal vasallo informático. Me
» sorprende esa belleza atascándome de besos aún con sus cosas en mano. Mis
» inexpertas manos no saben como seducir ese cuerpo hermoso, delgado y
» esbelto. Como pulpo, quiero devorármela ahí, cierro la puerta, se despega
» un poco de mí. Me analiza, me sonríe con esfuerzo pero ante todo con
» disposición y amabilidad. No la culpo, sería la hora, mi edad supongo y el
» hecho de no haber demostrado destreza. En fin, me pregunta, mi color
» favorito de lencería. Rojo. Se decepciona, sólo traía azul, negro y otros
» colores que no puedo recordar, yo solo la veía despojándose de sus ropas.
» Me encantan su cabellera rubia en esa delgada espalda blanca. Sus piernas
» firmes, sus nalgas preciosas y de tamaño generoso.
»
» [image]
»
» El niño se calma. La espera ha sido larga, la decisión tomada. No hay nada
» de que arrepentirse, con esa chica que ha salido y que se postra ante mi
» envuelta en esa lencería azul… Me sonríe, ahora con más confianza, ¿Te
» gusta mi amor>
»
» Me embriaga su aroma. Lo estoy recordando ahora mismo. Se recuesta encima
» mío, me besa con ganas. Acaricio su cabello, su espalda, y tomo esa cintura
» pequeña, la amoldo a mi cuerpo, mis manos toman sus nalgas redondas con una
» desesperación titánica. La beso un momento más, quiero detener el tiempo
» mirando su rostro, es preciosa. Pero cual fiera, no deja de besarme, la
» recuesto sobre la cama, beso todo ese rostro hermoso, su cuello, sus
» pechos, su abdomen… alza los brazos exponiendo sus delgadas, blancas,
» tersas y hermosas... dios mío, fui un hombre débil ante esas axilas y esos
» pies hermosos. No supe cuando salí de ese trance, me enloqueció la suavidad
» de su piel, y el aroma pulcro e inconfundible de esas zonas tan olvidadas.
»
» [image]
»
» Me invita a seguir el juego. Me hundo sobre esos labios deliciosos, mi
» lengua entre ellos, degustándola, mi vista en su rostro, me atrevo a jugar
» con dos dedos, ella gime ligeramente. Así sigo por unos breves instantes,
» la sigo devorando, no dejé ni un centímetro de su piel sin conocer. La
» volteo boca abajo, junto sus piernas y me hundo sin penetrar en ese par de
» nalgas con el mayor goce que pude. “Ay, rico papi, rico, rico!”
» Arriba y abajo, lento y enérgico, no dejaba de rozar toda mi virilidad
» contra ella. Casi exploto! No puedo más, beso y paso mi lengua sobre toda
» su espalda, me como ese par otra vez, esta vez con la lengua, la nalgueo,
» la muerdo, la acaricio, es una mujer especial. La coloco en cuatro:
» contemplo eso que esta frente a mi, quiero pintarla, inmortalizarla,
» observar todo el tiempo esa imagen a nivel de mi rostro. Abro ligeramente
» su pequeño *. Preparado estoy, como todo caballero, para las sorpresas:
» ninguna. Toda ella es una oda a la limpieza. Más por el contrario, este
» vasallo se embriaga entre el aroma de sus pliegues íntimos, lo degusta una
» y otra vez, no me cansaré de esto jamás… “Ay, rico papi, más duro, rico,
» rico, rico!”
»
» Es mi turno. Me recuesto y espero esa sensación maravillosa con los ojos
» cerrados. ¡Oh Dios mio! Ahí estaba ella, masajeando con sus labios a mi
» fiel espada. Desenfundada y ensalivada, brillaba más que la de cualquier
» rey. Lo hace suave, me masturba con sus manos, no puedo olvidar ese
» momento. Tomo su cabello, capto su aroma nuevamente, me acaricio con él,
» mientras sus labios me devoran todo sin compasión. Tomo su cabeza, yo marco
» el ritmo, me da pequeños mordiscos y la detengo. ¡Perdón! No lo pida bella
» dama. Y siguió y siguió, mientras yo en el espejo contemplaba el
» espectáculo de esos preciosos glúteos, que en unos momentos serían míos.
»
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» La tomo, la acomodo a como mi instinto quiere poseerla. Preparo todo,
» masajea mi compañero de batalla, esa zona tan especial y estrecha. Ella
» entiende, toma un poco de lubricante y me invita a hacernos uno solo…
» inexplicable, estoy dentro de ella, sabe colocar su cuerpo, de manera que
» uno experimenta con ese poder, de estar disfrutando y dominando a una
» hembra extraordinaria. “Mas duro papi, rico, rico, más, más duro, más”. Veo
» la escena, penetrándola con las fuerzas que me quedan, se mueve bruscamente
» ese cabello rubio que me enloquece, esas nalgas pegando en mi, no aguanto
» más, y exploto.
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» Si así es. El niño no fue a su ritmo. Ella con toda la experiencia en su
» labor, condescendiente me limpia. “Que rico amor”. Yo no le creí nada. Pero
» se lo agradezco.
»
» Se dirige al baño, se coloca un plástico en el pelo, y se baña. ¿Ya se va>
»
» Como cualquier caballero, esperé solemnemente en la cama. Tenía preparados
» todos los escenarios para reaccionar de la mejor manera. Pero sinceramente
» pensé que ya se iba, que mal, habían transcurrido apenas 20 minutos. Pero
» que equivocado estaba. Se tarda unos 10 minutos el destino, para enseñarme
» a esa muñeca nuevamente, envuelta en ese atuendo con el que aparece en sus
» fotos: ¡OH DIOS!
»
» ¿Te gusta papi> Y como cualquier caballero que mire a su doncella, le
» contesté con suavidad. Nuevamente quería ella empezar el ritual… pero yo
» quería entender por primera vez alguna otra de sus palabras, aparte del
» delicioso “Ay, rico papi, más duro, rico, rico, rico!”
» Platicamos, yo no dejaba de acariciarla, su piel era de nubes. Su cabello,
» digno de una princesa. Su aroma es uno que el mismísimo Jean-Baptiste
» Grenouille no consiguió. Me cuesta mucho trabajo entender sus letras, esa
» musicalidad en la voz, no la había escuchado de cerca jamás. Soy malo con
» las palabras, debo aceptarlo, su belleza me estresa aún más. Pero me
» tranquilizo, la trato como a mi Dulcinea.
»
» Relajada (o aburrida quizá jeje), me pide que bese su espalda… volé sobre
» ese manto blanco bien hidratado, y aunque burdo, hilvané los mejores
» movimientos que mis manos se permitieron sobre esa piel suave y tersa. Era
» de madrugada y seguro ya se quería dormir, pero siempre se mostró atenta a
» lo que quise. Me dejo hacer de todo, claro, siempre en los límites que el
» reino nos permite.
»
» Ella afila nuevamente mi espada, me devora otra vez todo, lo disfruto, pero
» aquí es donde les fallo mis hermanos. No puedo soportar mucho tiempo ver
» una dama en esa posición. Así que decido que es suficiente, beso sus
» labios, su rostro entero, amé completamente a esa rubia hermosa.
»
» Relajado (y más enfocado) tomé la iniciativa, y ahora si, con ese descanso
» de perlas después de la primer batalla, arremetí nuevamente contra ese
» tesoro, más fuerte, me montó, yo veo sus nalgas encima de mí y acaricio su
» espalda, que espectáculo, llevo el ritmo esta vez, eso definitivamente lo
» tenía que disfrutar. Luego de perrito, de tornillo, de mariposa, chivito
» al precipicio, misionero, las únicas de las que me acordé, pero toda el
» alma ella y yo en cada una de ellas. Mis labios jamás dejaron de sentir su
» piel, sus pechos, hermosos como ella y que sin ser una exageración, me
» enviaron directamente al cielo, por segunda vez en la noche. Terminé con mi
» armadura en el suelo, pero no derrotado, si no feliz y satisfecho, con una
» de las mejores damas del reino.
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» Capítulo III
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» Isabela, tan dispuesta ella con su inexperto y torpe caballero, me deja
» seguir disfrutando de sus labios. Mi aventura con ella ha ido excelente.
» Se aleja de mí, y nuevamente se baña. Le tengo pena, pero le pido bañarme
» con ella, y accede de buena manera. No me siento digno para volverla a
» tocar y sólo para mis adentros permito que mis ojos se deleiten con su
» desnudez... salimos, ella, platicadora un poco, se seca, yo hago lo mismo.
» Contemplo su belleza. ¿Cómo se consigue una mujer así en el reino real>
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» Pide su palafrén. Mala suerte, le dicen que tardará un poco. Ella hace
» pucheros, pero amable cuelga el teléfono. Mis antepasados me bendicen con
» unos minutos más de su compañía. Platicamos más, yo la tomo como a mi novia
» de preparatoria. Le tomo fotos, le encanta ser captada por el lente. Jamás
» considero tomar su rostro, ese es sólo para mi mente. Ahora ella me mira y
» me besa, me mira y platicamos. Otro beso más. Ella es una niña hard que
» cayó en la cama con un humilde caballero soft. Somos mundos incompatibles,
» lo comprendí al instante. Otro beso más. Busco una papelería abierta a esa
» hora, pues tiene que imprimir su tickets para el vuelo de temprano, le doy
» la dirección de una cercana. Sonríe. Le extiendo mi mano para hacerle
» presente la gratificación por esos momentos extraordinarios. Está un poco
» ansiosa, pues tiene que llegar a preparar sus maletas, y el buen lacayo del
» palafrén, apenas viene en camino.
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» Por fin llega, me deleita con otro beso más, quiero hacerle creer
» ingenuamente a mi mente – todavía – que no se quería ir, por que se
» despidió más veces de las necesarias. Pero se fue, por esos pasillos que
» seguramente mi caballo volverá a pisar.
»
» Ya en mis sueños, la señorita de recepción me despierta disculpándose.
» - Señor la señorita que acaba de salir, viene en camino, al parecer ha
» perdido su BlackBerry… - y me levanté sólo para verificar que ese
» teléfono, ya no estaba en mi habitación.

¡Que gusto leerte de nuevo "congelado"!

Escrito por Sthephen, CDMX, (hace 4376 días) @ CrashOverride

¡Buenas fotos!
Aunque debes tener cuidado con los pies, no te vaya a amputar una extremidad con esas uña.

--
[image] "En los juegos del deseo y el pensamiento, las conexiones más intensas son aquellas que trascienden la posesión y encuentran sentido en el vacío."

El "congelado", cuando postea lo hace como ANALISTA.

Escrito por Seguidor de IPs, (hace 4376 días) @ Sthephen

» ¡Buenas fotos!
» Aunque debes tener cuidado con los pies, no te vaya a amputar una
» extremidad con esas uña.

Muy buena reseña

Escrito por Sthephen, CDMX, (hace 4375 días) @ Seguidor de IPs

Me recordo el estilo de un buen amigo

--
[image] "En los juegos del deseo y el pensamiento, las conexiones más intensas son aquellas que trascienden la posesión y encuentran sentido en el vacío."

Mi primera doncella, Isabela.

Escrito por Ke Checho, (hace 4376 días) @ CrashOverride

! Carajo !

Largo el relato, pero muy ilustrativo, Felicidades por el excelente encuentro.

Un abrazo, saludos a todos.

No soy el congelado no me perroconfundas

Escrito por CrashOverride, (hace 4376 días) @ CrashOverride

» Capítulo I
»
» Isabela, se llamó mi romance de una hora y 35 minutos. En el Villas
» Patriotismo, un humilde servidor que ha leído por meses las hazañas de los
» grandes, sin carro llegó a su primera aventura, con un cepillo de dientes,
» unos SICO x 3 y un listerine pequeño, en una bolsa blanca de farmacias del
» ahorro.
»
» Llego caminando a tan elegantes aposentos: los guardias me miran con
» atención.
» Buenas noches, por favor, un cajero automático> – Pregunto con amabilidad y
» condescendencia ante sus miradas curiosas. –
» Enfrente tienes uno hijo.
» Muchas gracias – contesté –
»
» Crucé la avenida, y con destreza total retiré el efectivo y volví a cruzar
» en esa madrugada fría. Todo tembloroso doy mi tarjeta, me preguntan si me
» voy a quedar toda la noche. Acepto las condiciones, tomo el elevador y
» cruzo el pasillo. Llego a mi habitación, analizo la cerradura, medio
» entiendo y deslizo aquella extraña tarjeta. Nada pasa. Intento 5 veces más.
» Nada. El niño se ríe de sí mismo, hay tantas cosas que no sabe de este
» mundo. Bajo de nuevo a recepción, pregunto. Me dan instrucciones mirándome
» con ternura.
»
» De cualquier forma, ahorita mando a alguien a que le abra señor.
» Muchas gracias. – Otra vez –
»
» De nuevo en el segundo piso, me interno en ese mar de puertas. Deslizó más
» rápido mi tarjeta. Voilá, la puerta se abre ante mí y en ese momento
» también, Andrea Valderrama, contoneándose como sólo ella, camina hacia el
» ascensor. Sin miedo, y con un valor que no conocía, le hablo, converso
» brevemente con ella, sonreímos, le pido detalles, mis ojos en ese escote
» tremendo. Rozamos nuestras mejillas en un beso de despedida improvisada.
» Ella es muy amable. Es mi deber como caballero andante en este camino de
» baldosas amarillas, encontrármela otra vez en algún pueblo vacilante. ¡Pero
» aguardad! Eso será contado en otra ocasión.
»
» El encargado de llaves llega. Me ayuda a abrir nuevamente el cerrojo ya que
» yo regresaba encandilado de ver los ojos de Andrea. ¡Qué oportuno! Me
» ahorra la vergüenza de no saber que la tarjeta debe colocarse en esa ranura
» para tener acceso a energía eléctrica. Agradezco de antemano, y entro a ese
» espacio, en el que no existe nadie, más que mi verdadero yo.
»
» Pero primero, me arreglo, rompo mi bolsita blanca de farmacias del ahorro,
» aplico pasta de dientes, listerine y vaya sorpresa! El costo del hotel
» incluye un pequeño sobre de pasta, un cepillo y bastantes otras cosas que
» bien me hubiera ahorrado, aún más el hecho de presumir mis compras en una
» farmacia de paso. Le confirmo a mi hermosa rubia, me baño. Me coloco la
» toalla e impaciente me tumbo en la cama a escuchar ese momento en el que
» algunos tacones se detendrían frente al número 214 de ese palacio
» provisional.
»
» Capítulo II.
»
» Isabela, se llama la chica que atravesó la puerta y que desde el primer
» segundo se dedicó a comer a besos a este leal vasallo informático. Me
» sorprende esa belleza atascándome de besos aún con sus cosas en mano. Mis
» inexpertas manos no saben como seducir ese cuerpo hermoso, delgado y
» esbelto. Como pulpo, quiero devorármela ahí, cierro la puerta, se despega
» un poco de mí. Me analiza, me sonríe con esfuerzo pero ante todo con
» disposición y amabilidad. No la culpo, sería la hora, mi edad supongo y el
» hecho de no haber demostrado destreza. En fin, me pregunta, mi color
» favorito de lencería. Rojo. Se decepciona, sólo traía azul, negro y otros
» colores que no puedo recordar, yo solo la veía despojándose de sus ropas.
» Me encantan su cabellera rubia en esa delgada espalda blanca. Sus piernas
» firmes, sus nalgas preciosas y de tamaño generoso.
»
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»
» El niño se calma. La espera ha sido larga, la decisión tomada. No hay nada
» de que arrepentirse, con esa chica que ha salido y que se postra ante mi
» envuelta en esa lencería azul… Me sonríe, ahora con más confianza, ¿Te
» gusta mi amor>
»
» Me embriaga su aroma. Lo estoy recordando ahora mismo. Se recuesta encima
» mío, me besa con ganas. Acaricio su cabello, su espalda, y tomo esa cintura
» pequeña, la amoldo a mi cuerpo, mis manos toman sus nalgas redondas con una
» desesperación titánica. La beso un momento más, quiero detener el tiempo
» mirando su rostro, es preciosa. Pero cual fiera, no deja de besarme, la
» recuesto sobre la cama, beso todo ese rostro hermoso, su cuello, sus
» pechos, su abdomen… alza los brazos exponiendo sus delgadas, blancas,
» tersas y hermosas... dios mío, fui un hombre débil ante esas axilas y esos
» pies hermosos. No supe cuando salí de ese trance, me enloqueció la suavidad
» de su piel, y el aroma pulcro e inconfundible de esas zonas tan olvidadas.
»
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»
» Me invita a seguir el juego. Me hundo sobre esos labios deliciosos, mi
» lengua entre ellos, degustándola, mi vista en su rostro, me atrevo a jugar
» con dos dedos, ella gime ligeramente. Así sigo por unos breves instantes,
» la sigo devorando, no dejé ni un centímetro de su piel sin conocer. La
» volteo boca abajo, junto sus piernas y me hundo sin penetrar en ese par de
» nalgas con el mayor goce que pude. “Ay, rico papi, rico, rico!”
» Arriba y abajo, lento y enérgico, no dejaba de rozar toda mi virilidad
» contra ella. Casi exploto! No puedo más, beso y paso mi lengua sobre toda
» su espalda, me como ese par otra vez, esta vez con la lengua, la nalgueo,
» la muerdo, la acaricio, es una mujer especial. La coloco en cuatro:
» contemplo eso que esta frente a mi, quiero pintarla, inmortalizarla,
» observar todo el tiempo esa imagen a nivel de mi rostro. Abro ligeramente
» su pequeño *. Preparado estoy, como todo caballero, para las sorpresas:
» ninguna. Toda ella es una oda a la limpieza. Más por el contrario, este
» vasallo se embriaga entre el aroma de sus pliegues íntimos, lo degusta una
» y otra vez, no me cansaré de esto jamás… “Ay, rico papi, más duro, rico,
» rico, rico!”
»
» Es mi turno. Me recuesto y espero esa sensación maravillosa con los ojos
» cerrados. ¡Oh Dios mio! Ahí estaba ella, masajeando con sus labios a mi
» fiel espada. Desenfundada y ensalivada, brillaba más que la de cualquier
» rey. Lo hace suave, me masturba con sus manos, no puedo olvidar ese
» momento. Tomo su cabello, capto su aroma nuevamente, me acaricio con él,
» mientras sus labios me devoran todo sin compasión. Tomo su cabeza, yo marco
» el ritmo, me da pequeños mordiscos y la detengo. ¡Perdón! No lo pida bella
» dama. Y siguió y siguió, mientras yo en el espejo contemplaba el
» espectáculo de esos preciosos glúteos, que en unos momentos serían míos.
»
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»
» La tomo, la acomodo a como mi instinto quiere poseerla. Preparo todo,
» masajea mi compañero de batalla, esa zona tan especial y estrecha. Ella
» entiende, toma un poco de lubricante y me invita a hacernos uno solo…
» inexplicable, estoy dentro de ella, sabe colocar su cuerpo, de manera que
» uno experimenta con ese poder, de estar disfrutando y dominando a una
» hembra extraordinaria. “Mas duro papi, rico, rico, más, más duro, más”. Veo
» la escena, penetrándola con las fuerzas que me quedan, se mueve bruscamente
» ese cabello rubio que me enloquece, esas nalgas pegando en mi, no aguanto
» más, y exploto.
»
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»
» Si así es. El niño no fue a su ritmo. Ella con toda la experiencia en su
» labor, condescendiente me limpia. “Que rico amor”. Yo no le creí nada. Pero
» se lo agradezco.
»
» Se dirige al baño, se coloca un plástico en el pelo, y se baña. ¿Ya se va>
»
» Como cualquier caballero, esperé solemnemente en la cama. Tenía preparados
» todos los escenarios para reaccionar de la mejor manera. Pero sinceramente
» pensé que ya se iba, que mal, habían transcurrido apenas 20 minutos. Pero
» que equivocado estaba. Se tarda unos 10 minutos el destino, para enseñarme
» a esa muñeca nuevamente, envuelta en ese atuendo con el que aparece en sus
» fotos: ¡OH DIOS!
»
» ¿Te gusta papi> Y como cualquier caballero que mire a su doncella, le
» contesté con suavidad. Nuevamente quería ella empezar el ritual… pero yo
» quería entender por primera vez alguna otra de sus palabras, aparte del
» delicioso “Ay, rico papi, más duro, rico, rico, rico!”
» Platicamos, yo no dejaba de acariciarla, su piel era de nubes. Su cabello,
» digno de una princesa. Su aroma es uno que el mismísimo Jean-Baptiste
» Grenouille no consiguió. Me cuesta mucho trabajo entender sus letras, esa
» musicalidad en la voz, no la había escuchado de cerca jamás. Soy malo con
» las palabras, debo aceptarlo, su belleza me estresa aún más. Pero me
» tranquilizo, la trato como a mi Dulcinea.
»
» Relajada (o aburrida quizá jeje), me pide que bese su espalda… volé sobre
» ese manto blanco bien hidratado, y aunque burdo, hilvané los mejores
» movimientos que mis manos se permitieron sobre esa piel suave y tersa. Era
» de madrugada y seguro ya se quería dormir, pero siempre se mostró atenta a
» lo que quise. Me dejo hacer de todo, claro, siempre en los límites que el
» reino nos permite.
»
» Ella afila nuevamente mi espada, me devora otra vez todo, lo disfruto, pero
» aquí es donde les fallo mis hermanos. No puedo soportar mucho tiempo ver
» una dama en esa posición. Así que decido que es suficiente, beso sus
» labios, su rostro entero, amé completamente a esa rubia hermosa.
»
» Relajado (y más enfocado) tomé la iniciativa, y ahora si, con ese descanso
» de perlas después de la primer batalla, arremetí nuevamente contra ese
» tesoro, más fuerte, me montó, yo veo sus nalgas encima de mí y acaricio su
» espalda, que espectáculo, llevo el ritmo esta vez, eso definitivamente lo
» tenía que disfrutar. Luego de perrito, de tornillo, de mariposa, chivito
» al precipicio, misionero, las únicas de las que me acordé, pero toda el
» alma ella y yo en cada una de ellas. Mis labios jamás dejaron de sentir su
» piel, sus pechos, hermosos como ella y que sin ser una exageración, me
» enviaron directamente al cielo, por segunda vez en la noche. Terminé con mi
» armadura en el suelo, pero no derrotado, si no feliz y satisfecho, con una
» de las mejores damas del reino.
»
» [image]
»
» Capítulo III
»
» Isabela, tan dispuesta ella con su inexperto y torpe caballero, me deja
» seguir disfrutando de sus labios. Mi aventura con ella ha ido excelente.
» Se aleja de mí, y nuevamente se baña. Le tengo pena, pero le pido bañarme
» con ella, y accede de buena manera. No me siento digno para volverla a
» tocar y sólo para mis adentros permito que mis ojos se deleiten con su
» desnudez... salimos, ella, platicadora un poco, se seca, yo hago lo mismo.
» Contemplo su belleza. ¿Cómo se consigue una mujer así en el reino real>
»
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»
» Pide su palafrén. Mala suerte, le dicen que tardará un poco. Ella hace
» pucheros, pero amable cuelga el teléfono. Mis antepasados me bendicen con
» unos minutos más de su compañía. Platicamos más, yo la tomo como a mi novia
» de preparatoria. Le tomo fotos, le encanta ser captada por el lente. Jamás
» considero tomar su rostro, ese es sólo para mi mente. Ahora ella me mira y
» me besa, me mira y platicamos. Otro beso más. Ella es una niña hard que
» cayó en la cama con un humilde caballero soft. Somos mundos incompatibles,
» lo comprendí al instante. Otro beso más. Busco una papelería abierta a esa
» hora, pues tiene que imprimir su tickets para el vuelo de temprano, le doy
» la dirección de una cercana. Sonríe. Le extiendo mi mano para hacerle
» presente la gratificación por esos momentos extraordinarios. Está un poco
» ansiosa, pues tiene que llegar a preparar sus maletas, y el buen lacayo del
» palafrén, apenas viene en camino.
»
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»
» Por fin llega, me deleita con otro beso más, quiero hacerle creer
» ingenuamente a mi mente – todavía – que no se quería ir, por que se
» despidió más veces de las necesarias. Pero se fue, por esos pasillos que
» seguramente mi caballo volverá a pisar.
»
» Ya en mis sueños, la señorita de recepción me despierta disculpándose.
» - Señor la señorita que acaba de salir, viene en camino, al parecer ha
» perdido su BlackBerry… - y me levanté sólo para verificar que ese
» teléfono, ya no estaba en mi habitación.

Lo dije como halago. ¡Gran reseña!, pero ten cuidado con estos detalles...

Escrito por Sthephen, CDMX, (hace 4375 días) @ CrashOverride

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[image] "En los juegos del deseo y el pensamiento, las conexiones más intensas son aquellas que trascienden la posesión y encuentran sentido en el vacío."

Ja ja ja Sthephen ya andas maloreando tambien ja ja ja

Escrito por Malora, (hace 4375 días) @ Sthephen

Me paso lo mismo con unas fotos que le tome a una chica hace como 3 años, a partir de entonces siempre estoy atento a los espejos, muy buena observación


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Doncella???? ja ja ja.... doncella ni de la niña de sus ojos, que tiene de doncella?

Escrito por Troll numer one, (hace 4376 días) @ CrashOverride

hasta donde conozco hay dos tipos de doncellas a cual te podrías referir

A. se dice doncella a una mujer joven que nunca ha tenido relaciones sexuales

B. también se les dice doncellas a las sirvientas, principalmente aquellas que de dedican a hacer la limpieza de las recámaras.


sea cual sea el calificativo empleado, creo que no se aplica a una prostituta o tu la desfloraste>, de la niña de sus ojos>

ya les hace mas falta viajar, leer, aprender y no dejarse llevar por los cuentos de blanca nieves y la cenicienta, yo después del titulo y al abrir el post, me aburrí leí dos renglones y a la verga, como dice el gono, deja de mamar que tienes la lengua rasposa.

Jajaja de acuerdo con ud Troll numer one a las "doncellas" se les dice a las mujeres q no han debutado y las q limpian las recamaras No, no leyo el significado

Escrito por Siul, (hace 4375 días) @ Troll numer one

» hasta donde conozco hay dos tipos de doncellas a cual te podrías referir
»
» A. se dice doncella a una mujer joven que nunca ha tenido relaciones
» sexuales
»
» B. también se les dice doncellas a las sirvientas, principalmente aquellas
» que de dedican a hacer la limpieza de las recámaras.
»
»
» sea cual sea el calificativo empleado, creo que no se aplica a una
» prostituta o tu la desfloraste>, de la niña de sus ojos>
»
» ya les hace mas falta viajar, leer, aprender y no dejarse llevar por los
» cuentos de blanca nieves y la cenicienta, yo después del titulo y al abrir
» el post, me aburrí leí dos renglones y a la verga, como dice el gono, deja
» de mamar que tienes la lengua rasposa.

Jajaja de acuerdo con ud Troll numer one a las "doncellas" se les dice a las mujeres q no han debutado y las q limpian las recamaras No, no leyo el significado

Escrito por alejandro, (hace 4375 días) @ Siul

No importa lo que diga el troll, importa lo que dice la real academia española

doncella
.1 f. Mujer que no ha conocido varón.

2. f. Criada que sirve cerca de la señora, o que se ocupa en los menesteres domésticos ajenos a la cocina.

http://lema.rae.es/drae/>val=doncella

Mi primera doncella, Isabela.

Escrito por CrashOverride (Último), (hace 4375 días) @ CrashOverride

jejej si, me emocioné en demasía con las letras, fue mi primera vez. Esperaba todas y cada uno de las respuestas. Como dije, he leído a los grandes. Un honor, leerlo por aquí Sr. Sthephen.

Sea como sea, seguiré aprendiendo, afortunadamente, y mejoraré. Espero en algún momento, ganarme una (R).

Y lo de doncella es sólo una palabra que me pareció apropiada, sin embargo, estoy de acuerdo con ustedes, no la usé correctamente.

Es la última vez que uso el nombre de CrashOverride, al parecer ya hay un personaje que usa ese nick. ¿Saben como puedo asegurarme de usar alguno disponible>

Detalles, detalles, detalles. Ustedes disculpen los que se me fueron. Estoy escribiendo la siguiente con sus recomendaciones. Directas e indirectas.

Gracias :-D

Y esa Isabela de qué página es?

Escrito por Prendido, (hace 4374 días) @ CrashOverride

Es que sí se antoja

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