La Verdad es una diablilla inquieta, traviesa e infiel. Gusta de jugar a las escondidas a quienes la buscan con ahínco y mostrarse de repente a quien menos la espera, abriéndose además el abrigo para que la vean desnuda. Hoy mismo, en Milenio Diario, Aguilar Camín dice que la verdad desnuda suele ser insoportable e insolente. Pero no se queda ahí. En ocasiones se divide en muchos pedacitos y se reparte entre quienes sostienen posiciones encontradas, haciéndoles creer a cada uno que la posee por completo. Le encanta jugar con los sentidos y los deseos de cada quién, por supuesto. Por eso, cuando descubre que la miran con una lente, se transfigura hasta aparecer diáfana, independientemente de la graduación del cristal. Pero el juego que más le gusta es tomarse de las manos con su hermana La Mentira y trocarse la una en la otra sucesivamente mientras giran, provocando a quienes las miran a que descubran cual es cual.
Por eso, permítanme puntear algunas cuestiones que me brincaron después de leer la polémica ésta sobre Julián, el síndrome de Estocolmo y el post de Aylin de Edén. Perdonen el desorden, pero escribo al vuelo las ideas.
1.- En 1838, en la Isla de Barbados ocurrió una espantosa masacre. Un hacendado de nombre Glenelg fue asesinado junto con su familia por sus antiguos esclavos, unos doscientos negros furibundos porque se había negado a cumplir sus demandas. La historia comenzó años atrás cuando Simón Bolivar comenzaba un periplo por su propio laberinto, independizando países de la monarquía española y liberando esclavos a su paso.
Glenelg, hombre progresista según el canon de la época y educado en Europa, percibía con claridad el justo sentido que soplaba desde el continente hasta la pacífica isla, se puso de acuerdo con el gobernador inglés de la isla, un tal Mac Gregor y convocó a sus esclavos para anunciarles el fin de su esclavitud. “Desde ahora –debe de haberles dicho- son libres”.
Al poco tiempo, los esclavos, incapaces de decidir por su vida, pues nunca lo habían hecho, fueron a solicitarle a Glenelg que los tomara de nuevo como esclavos. Al negarse rotundamente, fue linchado junto con su familia.
Que nadie saque comparaciones ramplonas ni conclusiones adelantadas. Solo digo que a veces, la libertad de decidir es un fardo que no todos están dispuestos a cargar.
2.- Aylin tiene toda la razón: se necesita ser escort para saber qué se siente ser escort. Ni aletargando hasta la inconsciencia todos mis cromosomas masculinos e inyectándole taurina a los femeninos, podría yo ni mínimamente concebir qué presencia de ánimo se necesita para entrar a un cuarto de hotel y atender a alguien desagradable (y aquí “desagradable” no tiene que ver con la apariencia, pues hay muchas maneras de ser asqueroso), cuyo concepto de lo excitante consiste en ensalivar con baba pastosa de alcohol y tabaco el cuello de una chica a escupitajos y esperar de ella que gima de febril ansiedad. Ni qué decir que cada afrenta en una casa de citas como las que describe debe ser una gota de plomo ardiente sobre el alma de quien la recibe.
Pero también es cierto que ha habido chicas que, siendo independientes, han decidido acogerse (por favor, no estoy para albures) al ambiente de un spa como si de un refugio se tratara. No estoy seguro de los nombres, pero si mal no recuerdo Sheyla y Dita eran independientes. La otra cuestión que no puedo evitar recordar es que muchas chicas, una vez pasada la apremiante necesidad económica inicial, continúan por largas, largas temporadas como escort en algún spa, despidiéndose después, incluso por los buenos momentos vividos. Así como hay otras a las que estar en un spa les causa la sensación de estar siendo salvaje e injustificadamente explotadas, cuando ellas perfectamente podrían administrar su tiempo y sus recursos sin ayuda de nadie más.
Otra vez, que nadie se adelante. Solo digo que entre los extremos de la necesidad económica que empuja a una mujer a vender su cuerpo por primera vez y la que jura que lo hace por auténtica vocación hay todas las gradaciones posibles. Que cada quién ponga su ejemplo.
3.- Contrariamente a lo que la mayoría piensa, la mercadotecnia no es el arte de crear estrategias de mercadeo y publicidad para vender al máximo un producto, sino las técnicas para observar y evaluar las necesidades del mercado para crear los productos idóneos para resolverlas. Hasta donde la memoria me alcanza, Julián era un consumidor que tuvo la visión de descubrir una necesidad de mercado. Una queja frecuente de los foristas allá con Pimentel era que ir a una “Estética” a buscar un masaje con relación era una excursión más o menos bizarra, en donde lo primero era dar una propina al de la entrada, tan subrepticia como una mordida y donde las chicas en el interior no cumplían ningún requisito de selección. Los cuartos, con frecuencia oscuros y malolientes, obligaban al visitante, si quería disfrutar del sexo, a abstraerse de cierta –o intensa- sensación de peligro permanente.
Julián comprendió antes que muchos otros, cuando comenzó lo de los foros de sexoservicio en internet, que la comodidad del cliente era fundamental, así como el apego a reglas comerciales claras, que no estuvieran sujetas al cambio de humor de un gorila en la puerta.
Con todo respeto para Aylin, hasta donde se alcanza a ver, Julián no es Bruno y Edén nunca ha tenido más de unas cuantas chicas, 4 o 5, no se. Es más, tengo la impresión, (díganme por favor si la historia que imagino está mal), que quién comenzó Edén fue Lizeth con la novedad de los disfraces (es decir, descubrió otra demanda del mercado y creo el producto para atenderla), ella reclutó amigas y luego se arrimó a Bruno para resolver asuntos anexos al negocio. Cuando aquella primera época se terminó, con el retiro de LIzeth, él se quedó con ganas de montar el tinglado por su cuenta. Julián, en cambio, reclutó a las chicas, resolvió los problemas de logística, encontró los lugares que consideró adecuados para ello, ha sabido mantener un staff más o menos numeroso (por lo que se ve) y se ha prevenido con los contactos necesarios para no ser molestado hasta ahora. Se dice fácil, estoy seguro que no lo es.
¿Cuántos de nosotros hemos visto con cierta envidia las fotos de las fiestas de cumpleaños de Julián rodeado de chicas en bikini o vestidas de Gatúbela> Honestamente, no puedo encontrar la combinación de hipnosis con síndrome de Estocolmo que me explique el entusiasmo de la participación de las extreme girls en esas fiestas. No dudo que cada una, en algún momento y con disgusto eventual en el trabajo, se plantee seriamente la disyuntiva de quedarse o irse de ese lugar, que sopese sus alternativas y que, al final de cuentas, termine por quedarse. No digo que Julián les haya creado el paraíso en la tierra para su actividad, sólo digo que no creo que, como Angie, alguna de ellas, atrapada en el callejón de la desventura, haya perdido realmente sus alternativas como mujeres y como escorts.
4.- No conozco personalmente a Julián, aunque me he topado con él un par de veces en el chat de BD. La comodidad del ciberanonimato me impide decir qué impresión me da como persona. ¿Que su actividad es ilegal y que se llama Lenocinio> Sip, puede ser, pero en el reino de la impunidad y la ilegalidad, no creo que sea más inocente o más criminal que el Peje bloqueando Reforma, Calderón alcanzando la presidencia con el apoyo ilegal de empresarios y de Fox, que Slim montado sobre la montaña de dinero más grande del mundo (y que, por ende, está muy lejos de ser impóluta), que Norberto Rivera acusado de conspiración a la pederastia en Estados Unidos, que el matrimonio Bin Laden-Bush, Bush-Bin Laden y los muertos que llevan entre las patas, que mi vecino que llevaba tres domingos en la noche poniendo música a todo volumen hasta que le rompí un cristal con un freezbe (o como se llame al disquito de plástico que te da una puntería increíble) o que cualquiera de nosotros, que en el balance de nuestros haberes y deberes en la vida, nunca estaremos seguros de nuestro saldo. En la invariable, e inevitable, relatividad de nuestras verdades absolutas, no nos queda realmente más que elegir entre filias y fobias personales.
En otras palabras, y lo siento si parezco carente de definición después de tanto rollo, Aylin tiene razón, Angie también, la misma que Julián y las Extreme.

Saludos de Nadie.