La mujer menstruando es un verdadero manjar de reyes, de entrada no hay peligro alguno de embarazo así que si se tienen suficiente confianza se pueden coger a gusto a capella y venirse adentro todas las veces que puedan. Luego, si no quieren manchar sábanas, nada como coger como perros en la regadera, porque además son esos días donde la mujer es más cachonda que nunca, además de que un coito bien hecho y prolongado les ayuda mucho a prevenir y curar los terribles cólicos. No hay, repito, no hay mujer que en sus días no sea multiorgásmica, por no decir una auténtica ninfómana, hembra en celo en su máxima expresión.

Finalmente, la cereza del pastel es darle una buena refriega con la punta de la lengua a toda su vulva, sobre todo ese pequeño demonio llamado clitoris, que en ese momento está más sensible que nunca, y mirarse en el espejo, en esas fachas que los putañeros de antaño llamamos "el beso del payaso".

En resumen: no conocen a una mujer sino hasta que se la cogen en sus días. Más de 25 años de encerrones de experiencia me respaldan. Negarse esa experiencia es negarse una de las grandes experiencias de este otrora honorable deporte.

Pero en fin, los tiempos cambian.