Enseñanzas de vida en un club swinger (Swingers)
Saludos desde el inframundo egipcio donde las damas son expertas felatrices.
"Últimamente los dÃas y las noches se parecen demasiado"
Era la frase que rondaba la mente de El Faraón quien ya estaba cansado de tanto encierro por la pandemia, por lo que decidió salir en busca de algún intercambio casual.
Y qué mejor que un club SW.
El Faraón llegó a un sitio llamado Velvet un viernes por la noche. La dinámica en ese lugar cambia conforme el dÃa de la semana.
Los jueves y viernes se aceptan parejas y singles (como El Faraón), pero solo los jueves permiten que los singles entren al play room de parejas.
Los viernes separan a las parejas y los solitarios, y estos últimos pueden ver la acción de los amantes desde un cuarto contiguo que tiene los famosos agujeros del amor.
El Faraón llegó cerca de las 11:30 PM, subió por un elevador hasta el sexto piso.
Es la única forma de acceso y de salida, según le dijeron, y dentro de sus pensamientos cruzó uno: "Qué pasarÃa si nos agarra aquà un temblor", teniendo en cuenta que se trata de un edificio antiguo ubicado en una zona famosa por sus tendencias al derrumbe.
Pero el placer y las luces de neón atenúan cualquier riesgo en una noche con ganas de desfogue.
El sitio era ameno, pista de baile, barra libre hasta las 3 pm y bastantes mesas. HabÃa de todo, chicas guapas, maduras deseables, jóvenes, maduras con vestidos cortos que revelaban sus atributos.
Sentaron al Faraón a lado de un single y de una pareja madura con quienes comenzó a hacer plática.
Aquà viene la verdadera anécdota. Las experiencias de aquellos personajes revelaron al Faraón las dos caras de la moneda en los clubes swinger.
El hombre maduro contó cierta historia sobre uno de sus conocidos en el ambiente.
Sucede que el tipo introdujo a su esposa en ese mundillo, quien en principio no querÃa formar parte del intercambio de parejas.
Con el tiempo ella le agarró el gusto. Era una señora de buena posición económica, ama de casa, con hijos y esposa de empresario.
Una vida perfecta y satisfactoria, aparentemente.
Cierto dÃa conoció allà a un tipo con quien hizo un intercambio frente a su marido.
ParecÃa que se trataba de una experiencia más, pero ese momento sembró en ella una semilla, una inquietud que habrÃa de desatar un caos.
Aquél amante furtivo rompió su equilibrio. Lo buscó por fuera, sin que su marido supiera, clandestinamente.
Cuando se dio cuenta ya estaba involucrando algo más que el placer, habÃa roto la primera regla de ese ambiente y habÃa abierto la caja de pandora en el corazón de su hogar.
El amante furtivo era, según me contó el hombre maduro, un conductor de microbus, divorciado y con hijos regados. Alguien totalmente opuesto a su marido.
Cierto dÃa ella se armó de valor, cogió el dinero guardado en la casa, vació la cuenta del marido, vendió lo que pudo y se fugó con el amante furtivo, dejando años de vida acomodada, los niños y los domingos en familia.
El marido la buscó y trató de convencerla de regresar, le prometió terapia de pareja, regalos, viajes, el paraÃso. Nada de eso sirvió.
Lo último que se supo de él fue que se derrotó, cayó en el alcohol y otros vicios, descuidó el negocio. Se fue a la ruina con sus hijos.
"Si traes a tu pareja a este ambiente y no te la coges bien, ten cuidado porque puede llegar otro cabrón que sea más pendejo que tú pero que se lo haga como a ella le gusta, y ya la perdiste", dijo el hombre maduro.
"Es un mito que el ambiente swinger une a las parejas, también las puede destruir. Es un arma de doble filo", reflexionó.
La noche transcurrÃa sin mayores sobresaltos, gemidos ahogados, vapor de cuerpos en cuartos semioscuros que huelen a sexo.
El Faraón no consiguió el intercambio furtivo que esperaba, pero se deleitó viendo a las parejas interactuar.
En su mente rondaba aquella historia.
¿Cuántos de esos amantes que estaban al otro lado del vidrio realmente estaban satisfechos con su pareja?
Sus caras mostraban aparente placer, complicidad, entrega, pero no relevan lo que pasa dentro de cada uno, los vacÃos que nunca se llenan.
El equilibrio y la estabilidad son efÃmeros, basta sembrar una pequeña semilla de incertidumbre para detonar el caos.
Esta es la primera parte de las historias que El Faraón ha conocido en este ambiente.
En la próxima entrega les contaré sobre el single, que también me resultó interesante por ser la visión del mismo hecho pero desde el otro lado de la moneda.
Saludos desde la Pirámide
El Faraón
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