Su frescura juvenil y naturalidad que me atraen de ella.
Llega puntual, me tiene un detalle de lencería que se agradece y se aprecia; buenos besos y faje, “quítate la camisa no vaya a ser que te la manche”; después pasamos a la cama y me llena de besos, atiende a mi pene y un rico oral que lo disfrute bastante, su técnica es sencilla y complaciente, lo introduce todo y la paro antes de venirme; acordamos la penetración vaginal pero antes me deleito con sus senos, pequeños pero comibles con sus pezones paraditos; nos entregamos y explotamos.
Platica de viejos conocidos, de sus metas, anhelos y sueños; de cómo salí bien librado de la cuarentena y de otras tantas cosas; luego un masaje, me dice que si el segundo, yo que me voy recuperando del bicho chino le digo que por esta ocasión así estoy bien, ya habrá otro momento para continuar, seguimos platicando y relajándome, aunque ahora si extraño no haberle besado sus labios inferiores en el segundo round.
Nos despedimos y me agradece las tapas de plástico que le junte y ella donará a una noble causa.