No se sí Carla es una maravillosa actriz o una estupenda amante, a juzgar por los hechos descritos a continuación, el juicio lo dejo a su elección.

Ha unos días en hotel de conocido corredor de esta ciudad, tuve la oportunidad de conocer a esta chispeante joven: buenas tetas, culo atractivo (aunque retocado) ojos estupendos, sonrisa pronta y actuación en la cama destacada: es una gran mamadora con, gime de una manera excitante, culea muy bien y en general el "intercourse" con élla se desarrolla de manera placentera.

En su contra obra escaso interés por su contraparte (nunca pregunta nada, le da lo mismo si eres funcionario de la NASA que albañil del centro histórico o limpiabotas de Reforma) las palabras, con tirabuzón. Me hizo recordar a esas lolitas de la Habana que se enredan con vejetes españoles y no media entre ellos palabra alguna, en sus mentes sólamente pasan, en el uno, cogerse a la chica y en la otra, recibir su paga. Encuentros fríos en la Habana, qué ironía!!.

Intenté repetir con Carla (la causa: mi espíritu masoquista, su juventud y empeño o tal vez sus grandes dotes histriónicos) desde ha algunos días atrás y con pretextos diversos me dejó plantado e instalado una vez.

En una ciudad como está ningún imprevisto es de sorprender, pero aun en la más grande tempestad, siempre existe la manera de tener la mínima cortesía con las personas que nos interesan. "El interés tiene pies". Es de humanos y gente de bien (léase hombres o mujeres) obsequiar al menos una llamada telefónica para ofrecer una disculpa (o pretexto), algo que al menos haga más ligera la carga de la impuntualidad y de la nula gentileza de la cruel informalidad.

Aunque la especialidad de Carla pudiese no ser el sexoservicio, toda persona que se precie de serlo debe tener por consigna al menos el buen gusto de la cortesía, en cualquier ámbito, incluido cualquiera fuera del sexo servicio.

Histriona informal o amante descortés, esa es la cuestión.