RubÃ: Ese rubio objeto del deseo! (Recomendaciones)
Me permito plagiar (más o menos) el titulo de una de las últimas pelÃculas del maestro Buñuel para comenzar mi reseña de una de las experiencias más intensas en mis andares en este deporte extremo y la quinta con este bomboncito.
De nuevo el destino me llevo a salir de viaje de negocios, esta vez a Toluca, hacia más de medio año que no la veÃa, aunque estamos siempre en contacto (virtual), el contacto que tenÃa en mente era más cercano y personal, como lo indica el famoso refrán: no hay quinto malo, de hecho, no tuvo nada de malo (tal vez el lugar) si no al contrario, incluso puedo decir que hubo un cambio en mi percepción y una transformación que llevo a una mujer al estatus de Diosa: RubÃ.
La cita fue en Pirámides, habitación 129 del motel, el cual no es el más acogedor que he conocido pero a quien le importa eso cuando piensas lo que está por venir.
Ella llego alrededor de las 10:30, vestida con un pantalón de mezclilla ajustado, blusa y zapatos rojos y un abrigo obscuro, la noche estaba frÃa, me imagino que debajo de los 9° pero ella se veÃa soberbia.
Platicamos un rato y como cada vez que lo hacemos me pareció que nos conocemos de años y el tiempo pasa como un suspiro.
Después comenzó la acción, besos y abrazos, lo primero que llego a mi fue su aroma, lo recordé como la primera vez, intenso pero suave, sutil pero intoxicante, mmmhhh, ¿como pude estar si ella tanto tiempo>
Comencé a desvestirla lentamente, los zapatos cayeron al piso, le quite la blusa, un par de amigas conocidas me recibieron completamente preparadas, el que no trajera bra me excitó todavÃa mas, el pantalón voló no sé donde, ella no se amilano y ayudo a quitarme mi playera, además no dejaba de tocarme por encima de los bóxers, después me deshice de su tanga y baje a saborear su intimidad, dulce y suave, un néctar que delicioso que deseas probar siempre.
Ella se incorporo y elimino el ultimo obstáculo textil y comenzó a hacerme un oral de antologÃa, poco a poco me hizo crecer a toda vela, de hecho estuve a punto de olvidar el condón.
Me tiré a matar, habÃa pasado demasiado tiempo y tenÃa que aprovechar cada minuto antes de que se fueran de entre mis manos como granos de arena, ella estaba recostada en la orilla de la cama con las piernas en escuadra, yo, parado frente a ella, me recibió sonriendo y comenzamos a movernos de forma rÃtmica, no tan rápido pero no tan lento, después de unos momentos la ayude a ponerse de lado y continuamos más despacio, caray! que delicia, lo sacaba completamente para luego entrar hasta el fondo.
Después pasamos a un exquisito perrito, la tome de la breve cintura y empuje con tantas ganas que creà que terminarÃa, pero todavÃa quedaba más, le pedà estuviera arriba, el tenerla asà me excito completamente, ver esos senos redondos y ver caer su cabello en cascada me preparo para un orgasmo más que intenso, me vacié por completo.
Al terminar yo me quede acostado y ella se sentó junto a mÃ, me encanta verla sentada, con la espalda recta, parece una niña de dÃa de campo, mmmhh, ¡que niña!, platicamos un poco más, pero como siempre el verdugo implacable nos cobró factura, el tiempo junto a ella pasa volando y tenÃamos que despedirnos.
Nos vestimos y después de un beso y un abrazo prometimos no dejarnos de ver por periodos tan prolongados.
La ayude a subir al auto y la deje en su hotel, después regrese a la vida real, el trabajo y las obligaciones. Citando a Cole Porter: "cada vez que me despido, muero un poco".
Definitivamente debo reconocer mi adicción a esté monumento de mujer, creo que mi penitencia será pasar con ella un par de horas cada vez y asà robarme un pedacito de cielo y pedirles prestado un rato a uno de sus ángeles, por lo menos mientras el cuerpo aguante.
Bella RubÃ, pase un momento increÃble contigo, te agradezco tus atenciones y tu calor humano, te deseo la mejor de la suerte en tu próxima gira artÃstica.
Te mando muchos besos y abrazos amiga.




