MI 1a RESEÑA DEL AÑO CON LA BUENERRIMA LINDA SAY (General)
Cuando al fin llego y tocó la puerta de mi habitación, El corazón y todo mi interior dio un vuelco de ansiedad y pasión. Abrà la puerta y... justo ahà estaba esa esplendorosa mulata, vestida de jeans azul claro ajustados y de una blusa semi transparente y escotadisima, de modo tal que parecÃa que enmarcaban sus enormes, voluptuosos y apetecibles enormes, firmes y redondos senos.
La hice pasar y nos saludamos como dos buenos amigos. Luego le entregué un sobre con la suma acordada, lo cual no revisó y ello habla tan bien de ella y de mi que jamas haria algo indebido, sólo lo guardó en su bolsa.
Yo me encontraba que ya no aguantaba de las ganas que le traia. De inmediato la abracé y comencé a tocar sus enormes pechos, sus nalgas y sus muslos. La acaricié por largos minutos. Luego, aún vestida, mi boca recorrió todo su hermoso cuerpo. Me detuve lo más que puede en sus jugosos senos, los descubrà un poco y besé sus deliciosos y obscurecidos pezones; enseguida me dirigà a su pubis y finalmente a sus nalgas enfundadas en esos maravillosos jeans. Si hay una definición de una mujer perfectamente buena y antojable para mi persona, esa es ella.
Enseguida la desvestÃ. Fue difÃcil separar sus pantalones de la piel que cubrÃan...¡estaban tan desesperantemente ajustados¡ Pero finalmente ella quedó en brassiere media copa y en una micro tanga blanca que cubrÃa demasiado poco. Ambos continuabamos de pie y la seguà acariciando y besando todo cuanto pude. Realmente hubiera querido que esos instantes hubieran sido eternos.
Junto a la cama, me recosté y nos abrazamos. Para entonces los dos estabamos totalmente desnudos. Después alcancé un condón y Linda Say comenzó su obra perfecta. Su boca se apoderó de mi glande y todo mi cuerpo se estremeció. Luego continuó de arriba a abajo y viceversa, en mi venoso miembro, para continuar con sucesivas succiones que me hacÃan gemir de placer, de manera incontrolable. ¡Era infinitamente delicioso¡, ¡qué manera de hacer de ello un arte¡ Sin perderme un solo instante de su boca, me incorporé un poco para acariciar sus enormes senos.Su boca en mi miembro, mis manos en sus pechos, luego en su espalda; con algún esfuerzo lograba yo alcanzar a tocar su ardiente vagina.
Más tarde, me levanté un poco más y coloqué mi miembro entre sus maravillosas tetas y comecé una serie de arremetidas rÃtmicas. Era verdaderamente grandioso. Ahora, ella presionaba sus senos para ahogar mi miembro y provocarme olas de un exquisito deleite. Pero necesitaba incorporarme un poco más. Me puse de pie en el buro y ella hincada devorándose mi pene. De frente tenÃa el espejo, que era fiel y afortunado testigo de todo.
Pero lo mejor no estaba ahÃ. Yo estaba ansioso de probar el intenso calor de lo más recóndito de su ser. Le pedà penetrara, "¿Como empezamos>", me preguntó. "¿Te parece bien un misionero>", le contesté. Entonces se tendió boca arriba. Quizás ella no se percató del efecto que provocó en mis sentidos el tenerla asi en la cama, con una sonrisa dulce, con sus senos apuntando al cielo y con sus piernas abiertas, ofreciendo lo mejor de ella. Volvà a besar sus senos y su vientre, disfruté con mi boca el sabor de su vagina y luego, luego hundà mi erguido miembro en ella. Primero la arremetà de manera suave; después de manera más repetida e insistente, mientras mis manos se encontraban replegadas de sus esplendorosas nalgas. Más tarde, ella dobló sus piernas, casi tocado con las rodillas sus senos, y la penetración se hizo más profunda, más intensa, más perfecta. Asà continuamos por varios minutos. No sé cuantos, pero cada embestida era tocar un trozo de la gloria.
Enseguida, sin salirme de ella, nos colocamos de lado. PodÃa penetrarla perfectamente y ver su bello talle y besar sus adorables tetas. Después con mi pene incrustado en el suyo, rodamos sobre la cama. Ella volvió a quedar abajo y yo sobre ella. Pero en lugar de tener las piernas separadas, estaban maravillosamente juntas y estiradas, de manera que mi sexo quedaba totalmente oprimido dentro del suyo. En esa posición los movimientos de mi cadera eran mÃnimos, pero el roce absoluto de los cuerpos era grandioso. Cada arremetida era una invitación al orgasmo. Por su parte, mis manos, otra vez estaban aferrados a sus perfectos, redondos, carnosos y duros glúteos labrados arduamente en Gym. Yo jadeaba deseperadamente y ella, solidaria y hermosa, hacÃa lo mismo, mientras me musitaba palabras excitantes al oÃdo.
Otra vez rodamos sobre la cama. Ahora mi ardiente mulata quedó sobre mÃ. Separó las piernas, se incorporó y comezó a cabalgar sobre mi vientre. Se movÃa de atrás hacia adelante,y viceversa, luego en cÃrculos, rÃtmicamente, con clase, con elegancia. Era un espectáculo difÃcil de narrar. Ahà podÃa ver su candente y cachondo rostro, su lengua lamiendose los labios jadeando, sus enormes senos bamboléandose, su cadera agitada y su parte pubica, su hendidura vaginal devorándose mi ardiente pene en cada movimiento. Mientras tanto, mis manos no perdÃan el tiempo y se apoderaban sucesivamente de sus pechos (a los que sentÃa más enormes que nunca), de su minúscula cintura y de su perfecta cadera, la que jalaba hacia mà para provocar penetraciones más y más profundas. Yo sólo acertaba a pedirle, con voz entrecortada, que siguiera, que siguiera, que siguiera. Linda Say, lucÃa hermosa, dueña de la escena, segura de que yo ya estaba loco por ella. Y era cierto.
Asà continuamos por unos minutos. Después le pedà a esta real hembra que nos levantaramos de la cama. La coloque frente al espejo y ahà le pedà que se colocara de espaldas, en posición de "perrito", por unos instantes contemplé sus preciosos y torneados muslos, sus perfectas nalgas, su bella espalda y sus encantadoras mega tetas. ¡Un espectáculo impresionante¡, ¡verdaderamente impresionante¡ Pero ya no podÃa esperar más. Estando en posicion, me sujeté de sus caderas y mi miembro se hundió en su vagina una vez más. Primero lentamente, luego más rápido, más rápido, aumentando el ritmo de las embestidas, mientras mis manos buscaban ansiosamente sus redondos y perfectos senos. SabÃa que ese era el momento más glorioso de la tarde, asà que bajé el ritmo, contemplé sus nalgas y me aferré a su cadera para tener penetraciones más profundas, lo más profundas posibles. Ella gemÃa ardientemente y me entregaba todo su cuerpo ¡Era demasiado! De pronto sentà que un intenso calor invadÃa todo mi cuerpo, que una sensación electrizante recorrÃa desde mi cabeza, por toda la espalda, hasta mi vientre. Entonces, por un instante toqué el cielo, y, entre intensas contracciones, mi sexo tributó a su caliente atractivo el homenaje de un inolvidable orgasmo.
Pasado el climax, recostados en la cama. Sudorosos y sonrientes. Nos abrazamos. Volvà a besar su cuello y sus senos. Sin embargo, hasta entonces me percaté de que el tiempo pactado habÃa transcurrido. Nos dimos un baño y tan inolvidable y ardiente mulata partio.
Ahora paso recreando cada momento de esa inolvidable tarde. Me quedé repitiendo su curvilines silueta, me he quedado ansioso de volver a verla.
Gracias por todo Linda Say.




