Como ayer se hizo tarde y ya no había tiempo para citar a una escort, me pasé a Tlalpan a ver qué había. Di la vuelta a toda la manzana de Cadiz y nada me gustó. Me retiraba pero un poco más adelante había 3 chicas en un paradero, no se veía mal. Me regresé a verificar, mujeres, dos de ellas bastante chicas. Me llevé a Lizbeth, morenita muy X, pero jóven y se antojaba con su minifalda y sus zapatillas. Le pregunté si no seriá menor. Tengo 19! respondió.
La niña resultó ser limpia (olía toda muy bien), simpática, y aunque ya saben que se conducirán frías y pragmáticas, y que no puede esperarse mucho en el poco tiempo que te dan, la faena no estuvo nada mal. Nos fuimos al hotel pasando viaducto, le pedí desnudo y un poco de cachondeo, y lo que esperaba, era un poco más de los 500. Quedó en 800. Ella me dejó hacer un poco sin emocionarse, y luego vino el oral, no malo, me gustó ver su cabello lacio escurrirse sobre su cara mientras lo chupaba con el condón puesto.
Pero lo mejor estuvo después. La acomodé en la cama y puse el pene ya erecto pidiendo entrar a su vagina. No entraba, estaba cerrado. Le dije no te quiero lastimar, pero dijo "No, está bien" y empujé y de pronto se abrió como el primer anillo, con el cual entró apenas la punta, le seguí dando con delicadeza y de pronto pum, se abrió el segundo anillo, entonces ella hizó un Oh con la boca, y de pronto se empezó a lubricar. Se estaba excitando a pesar de su voluntad, pero aún yo no entraba del todo bien, y dándole así un poco (pensé que era muy estrecha para mi) vino la tercera apertura, esta sí amplia y profunda, mi miembro se deslizó hasta el fondo: estábamos perfectamente embonados, y sentía sus músculos internos fortándose a gusto sobre mi miembro. Le bombeé entonces con desenfado y qué rico me hizo venir, sólo veía su cara de excitación.
Terminamos y se despidió pronto, me dijo "ya sabes donde estoy, cuando quieras" (que era también un "qué rico me cogiste") Lo rico del asunto son las fases por las que atraviesa su vagina, hace mucho que no sentía tan nítidamente esa sensación, donde el deseo se abre su propio paso con sus pausas correspondientes. No estuvo nada mal para un rapidín. La chica no es una belleza pero la juventud es gloria, lozana, firme y bueno, pues tampoco fea. Me comenta que se pone en esa banca con sus amigas siempre, sobre todo de jueves a sábado, con su minifalda de mezclilla y su pulsera en el tobillo. Muy disfrutable.