Mi erótico regalo de Reyes, llegó en Coapa. 2-3 (General)
Parte 2 de 3.
Qué delicia de mamada! En eso ella me agitó el pene con una mano mientras que con la otra acercaba su bolsita.
Ella sacó sus utensilios, encuentra su cremita y me pide: Corazón, dame masajito a mÃ, no>
No me pude resistir. Le quito toda su ropita, se queda en zapatillas y mi amiguito al ver esas piernas torneadas en un marco charol negro, se puso a bufar.
Ella me pone la crema en mis manos, se acuesta boca abajo y cierra sus ojos.
Entonces, por intuición supe que era lo que tenÃa que hacer. Puse gotitas de la crema en toda su espaldita y piernas. Despacito fui acariciando su piel embarrando el lÃquido viscosito. Ella iba gimiendo y se le veÃa una carita de satisfacción.
Deshice la cremita en su piel y me lancé a atacar. Comencé besando su nuca y cuello. Ella comenzó a suspirar, después recorrà con mis labios sus brazos. Eso le encanta y le prende un buen. Subió el tono de sus suspiros y le bese las mejillas y la boca.
Me ubiqué en su espalda y le daba ricos besitos y lamiditas. De repente no podÃa ver si habÃa paredes. Estaba totalmente enfocado en hacer sentir rico a mi hermosa.
Poco a poco fui pasando por su cadera. Allà percibà diferente la textura de su piel. La sentà chinita, chinita, prueba de que no estaba fingiendo.
Como pude, masajee esos glúteos, que a decir verdad son muy “discretitos”, pero a mà me agradan. Los lamÃ, besé, abracé y demostré por demás acciones de adoración hacia ellos.
Metà mi lengua entre la franja que los divide y allà ella exclamó un Ahhy! Eso fue combustible para mi pasión.
Tratando de emular de manera burda la forma en que Biiibiii me pasó tan plácida y orgasmantemente su lengua y boca por mis piernas, asà traté de hacerlo con esta lindura de mujer.
Me detuve mucho tiempo en sus muslos y pantorrillas, los besé despacito, los lamà con ternura y hacÃa un gran énfasis en las coyunturas. Mi preciosa estaba oprimiendo sus ojitos y labios en respuesta a las sensaciones que le hacÃa vivir y disfrutar.
De repente llegué a sus pies y le besé los talones. Acaricié lentamente con mis yemas la parte de la piel que no cubrÃan sus zapatillas y de paso besé el charol de las mismas. Era sumamente excitante!!
Regresé a lamer sus nalguitas y a besar su cuello y boca. Allà me recargué sobre ella y puse a mi amiguito entre sus caderas para que las rosara. Emulé que la estaba penetrando y ella se contrajo con gran lujuria. Aun asà besándonos, pude lograr que se volteara y ponerla vagina arriba.
Allà le chupé, lamà y besé sus pezones, mientras miraba cómo sus ojitos se perdÃan entre sus pestañas. Le dà un beso obsceno, de los que te hacen sentir asfixia.
Besé su cuello y orejitas. El frÃo se habÃa ido ya. Coloqué mi lengua dentro de su ombliguito. Mis manos masajeaban y apretaban sus senos. Allà me decÃa:
- Ya penétrame, ya…
Era mi oportunidad para cobrarme de lo que me hizo. Le darÃa lo que deseaba hasta que yo lo quisiera y la harÃa pagar por ello.
Llegué a su entrepierna y le besé los muslos. Metà mi lengua entre las coyunturas de las piernas y el pubis y abandoné su almejita.
Ella no pudo aguantar tal desaire y comenzó a dedearse de manera rápida. Ella insistÃa:
- Por favor, ya mételema!!
Para que dejara de jadear, entre sollozos le dije:
- Déjame besarla, déjame besártela.
Ella sólo cerró sus ojos y dejó de despachase por ella misma.
Poco a poco me acerqué a la zona prometida. Fui soplando ese hermoso sello femenino y de repente, sentà los pequeños vellitos de una vaginita recién afeitada. Comencé a mamarle su clÃtoris lo mas despacito que pude. Noté que ella hizo un movimiento brusco hacia adelante, como si quiera hacer una abdominal. Me di vuelo sin clemencia!!
Metà mi lengua lo más que pude en la cavidad y comencé a moverla al estilo tornado. Ella gimió de nuevo y asà le seguÃ. Al notar que ya estaba súper mojada, le hice la travesura de meterle dos dedos al mismo tiempo. Asà la ensarté y ella no paraba de gemir y moverse como si le doliera algo.
Para acrecentar mi acción, metà hasta adentro mis dedos y los acompañé con unos lengüetazos muy suaves en su clÃtoris. Le rasgaba por dentro en cÃrculos con mis dedos rectos y la lamÃa sin parar. Allà me dijo jadeando:
- Ya… ya… De repente se separó de mis dedos y fue a parar al otro lado de la cama.
Creà que allà iba a acabar todo, pero ella miró la puerta y me dijo:
- Ahà te va tu regalo.
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