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UUff que largo el relato zzzzzzzzzzzz y zzzzzzzzz muchas palabras no hacen falta relatos cortos y consisos son mas valiosos me aburrio (Recomendaciones)

Escrito por Miguel, (hace 4376 días) @ CrashOverride

» Capítulo I
»
» Isabela, se llamó mi romance de una hora y 35 minutos. En el Villas
» Patriotismo, un humilde servidor que ha leído por meses las hazañas de los
» grandes, sin carro llegó a su primera aventura, con un cepillo de dientes,
» unos SICO x 3 y un listerine pequeño, en una bolsa blanca de farmacias del
» ahorro.
»
» Llego caminando a tan elegantes aposentos: los guardias me miran con
» atención.
» Buenas noches, por favor, un cajero automático> – Pregunto con amabilidad y
» condescendencia ante sus miradas curiosas. –
» Enfrente tienes uno hijo.
» Muchas gracias – contesté –
»
» Crucé la avenida, y con destreza total retiré el efectivo y volví a cruzar
» en esa madrugada fría. Todo tembloroso doy mi tarjeta, me preguntan si me
» voy a quedar toda la noche. Acepto las condiciones, tomo el elevador y
» cruzo el pasillo. Llego a mi habitación, analizo la cerradura, medio
» entiendo y deslizo aquella extraña tarjeta. Nada pasa. Intento 5 veces más.
» Nada. El niño se ríe de sí mismo, hay tantas cosas que no sabe de este
» mundo. Bajo de nuevo a recepción, pregunto. Me dan instrucciones mirándome
» con ternura.
»
» De cualquier forma, ahorita mando a alguien a que le abra señor.
» Muchas gracias. – Otra vez –
»
» De nuevo en el segundo piso, me interno en ese mar de puertas. Deslizó más
» rápido mi tarjeta. Voilá, la puerta se abre ante mí y en ese momento
» también, Andrea Valderrama, contoneándose como sólo ella, camina hacia el
» ascensor. Sin miedo, y con un valor que no conocía, le hablo, converso
» brevemente con ella, sonreímos, le pido detalles, mis ojos en ese escote
» tremendo. Rozamos nuestras mejillas en un beso de despedida improvisada.
» Ella es muy amable. Es mi deber como caballero andante en este camino de
» baldosas amarillas, encontrármela otra vez en algún pueblo vacilante. ¡Pero
» aguardad! Eso será contado en otra ocasión.
»
» El encargado de llaves llega. Me ayuda a abrir nuevamente el cerrojo ya que
» yo regresaba encandilado de ver los ojos de Andrea. ¡Qué oportuno! Me
» ahorra la vergüenza de no saber que la tarjeta debe colocarse en esa ranura
» para tener acceso a energía eléctrica. Agradezco de antemano, y entro a ese
» espacio, en el que no existe nadie, más que mi verdadero yo.
»
» Pero primero, me arreglo, rompo mi bolsita blanca de farmacias del ahorro,
» aplico pasta de dientes, listerine y vaya sorpresa! El costo del hotel
» incluye un pequeño sobre de pasta, un cepillo y bastantes otras cosas que
» bien me hubiera ahorrado, aún más el hecho de presumir mis compras en una
» farmacia de paso. Le confirmo a mi hermosa rubia, me baño. Me coloco la
» toalla e impaciente me tumbo en la cama a escuchar ese momento en el que
» algunos tacones se detendrían frente al número 214 de ese palacio
» provisional.
»
» Capítulo II.
»
» Isabela, se llama la chica que atravesó la puerta y que desde el primer
» segundo se dedicó a comer a besos a este leal vasallo informático. Me
» sorprende esa belleza atascándome de besos aún con sus cosas en mano. Mis
» inexpertas manos no saben como seducir ese cuerpo hermoso, delgado y
» esbelto. Como pulpo, quiero devorármela ahí, cierro la puerta, se despega
» un poco de mí. Me analiza, me sonríe con esfuerzo pero ante todo con
» disposición y amabilidad. No la culpo, sería la hora, mi edad supongo y el
» hecho de no haber demostrado destreza. En fin, me pregunta, mi color
» favorito de lencería. Rojo. Se decepciona, sólo traía azul, negro y otros
» colores que no puedo recordar, yo solo la veía despojándose de sus ropas.
» Me encantan su cabellera rubia en esa delgada espalda blanca. Sus piernas
» firmes, sus nalgas preciosas y de tamaño generoso.
»
» [image]
»
» El niño se calma. La espera ha sido larga, la decisión tomada. No hay nada
» de que arrepentirse, con esa chica que ha salido y que se postra ante mi
» envuelta en esa lencería azul… Me sonríe, ahora con más confianza, ¿Te
» gusta mi amor>
»
» Me embriaga su aroma. Lo estoy recordando ahora mismo. Se recuesta encima
» mío, me besa con ganas. Acaricio su cabello, su espalda, y tomo esa cintura
» pequeña, la amoldo a mi cuerpo, mis manos toman sus nalgas redondas con una
» desesperación titánica. La beso un momento más, quiero detener el tiempo
» mirando su rostro, es preciosa. Pero cual fiera, no deja de besarme, la
» recuesto sobre la cama, beso todo ese rostro hermoso, su cuello, sus
» pechos, su abdomen… alza los brazos exponiendo sus delgadas, blancas,
» tersas y hermosas... dios mío, fui un hombre débil ante esas axilas y esos
» pies hermosos. No supe cuando salí de ese trance, me enloqueció la suavidad
» de su piel, y el aroma pulcro e inconfundible de esas zonas tan olvidadas.
»
» [image]
»
» Me invita a seguir el juego. Me hundo sobre esos labios deliciosos, mi
» lengua entre ellos, degustándola, mi vista en su rostro, me atrevo a jugar
» con dos dedos, ella gime ligeramente. Así sigo por unos breves instantes,
» la sigo devorando, no dejé ni un centímetro de su piel sin conocer. La
» volteo boca abajo, junto sus piernas y me hundo sin penetrar en ese par de
» nalgas con el mayor goce que pude. “Ay, rico papi, rico, rico!”
» Arriba y abajo, lento y enérgico, no dejaba de rozar toda mi virilidad
» contra ella. Casi exploto! No puedo más, beso y paso mi lengua sobre toda
» su espalda, me como ese par otra vez, esta vez con la lengua, la nalgueo,
» la muerdo, la acaricio, es una mujer especial. La coloco en cuatro:
» contemplo eso que esta frente a mi, quiero pintarla, inmortalizarla,
» observar todo el tiempo esa imagen a nivel de mi rostro. Abro ligeramente
» su pequeño *. Preparado estoy, como todo caballero, para las sorpresas:
» ninguna. Toda ella es una oda a la limpieza. Más por el contrario, este
» vasallo se embriaga entre el aroma de sus pliegues íntimos, lo degusta una
» y otra vez, no me cansaré de esto jamás… “Ay, rico papi, más duro, rico,
» rico, rico!”
»
» Es mi turno. Me recuesto y espero esa sensación maravillosa con los ojos
» cerrados. ¡Oh Dios mio! Ahí estaba ella, masajeando con sus labios a mi
» fiel espada. Desenfundada y ensalivada, brillaba más que la de cualquier
» rey. Lo hace suave, me masturba con sus manos, no puedo olvidar ese
» momento. Tomo su cabello, capto su aroma nuevamente, me acaricio con él,
» mientras sus labios me devoran todo sin compasión. Tomo su cabeza, yo marco
» el ritmo, me da pequeños mordiscos y la detengo. ¡Perdón! No lo pida bella
» dama. Y siguió y siguió, mientras yo en el espejo contemplaba el
» espectáculo de esos preciosos glúteos, que en unos momentos serían míos.
»
» [image]
»
» La tomo, la acomodo a como mi instinto quiere poseerla. Preparo todo,
» masajea mi compañero de batalla, esa zona tan especial y estrecha. Ella
» entiende, toma un poco de lubricante y me invita a hacernos uno solo…
» inexplicable, estoy dentro de ella, sabe colocar su cuerpo, de manera que
» uno experimenta con ese poder, de estar disfrutando y dominando a una
» hembra extraordinaria. “Mas duro papi, rico, rico, más, más duro, más”. Veo
» la escena, penetrándola con las fuerzas que me quedan, se mueve bruscamente
» ese cabello rubio que me enloquece, esas nalgas pegando en mi, no aguanto
» más, y exploto.
»
» [image]
»
» Si así es. El niño no fue a su ritmo. Ella con toda la experiencia en su
» labor, condescendiente me limpia. “Que rico amor”. Yo no le creí nada. Pero
» se lo agradezco.
»
» Se dirige al baño, se coloca un plástico en el pelo, y se baña. ¿Ya se va>
»
» Como cualquier caballero, esperé solemnemente en la cama. Tenía preparados
» todos los escenarios para reaccionar de la mejor manera. Pero sinceramente
» pensé que ya se iba, que mal, habían transcurrido apenas 20 minutos. Pero
» que equivocado estaba. Se tarda unos 10 minutos el destino, para enseñarme
» a esa muñeca nuevamente, envuelta en ese atuendo con el que aparece en sus
» fotos: ¡OH DIOS!
»
» ¿Te gusta papi> Y como cualquier caballero que mire a su doncella, le
» contesté con suavidad. Nuevamente quería ella empezar el ritual… pero yo
» quería entender por primera vez alguna otra de sus palabras, aparte del
» delicioso “Ay, rico papi, más duro, rico, rico, rico!”
» Platicamos, yo no dejaba de acariciarla, su piel era de nubes. Su cabello,
» digno de una princesa. Su aroma es uno que el mismísimo Jean-Baptiste
» Grenouille no consiguió. Me cuesta mucho trabajo entender sus letras, esa
» musicalidad en la voz, no la había escuchado de cerca jamás. Soy malo con
» las palabras, debo aceptarlo, su belleza me estresa aún más. Pero me
» tranquilizo, la trato como a mi Dulcinea.
»
» Relajada (o aburrida quizá jeje), me pide que bese su espalda… volé sobre
» ese manto blanco bien hidratado, y aunque burdo, hilvané los mejores
» movimientos que mis manos se permitieron sobre esa piel suave y tersa. Era
» de madrugada y seguro ya se quería dormir, pero siempre se mostró atenta a
» lo que quise. Me dejo hacer de todo, claro, siempre en los límites que el
» reino nos permite.
»
» Ella afila nuevamente mi espada, me devora otra vez todo, lo disfruto, pero
» aquí es donde les fallo mis hermanos. No puedo soportar mucho tiempo ver
» una dama en esa posición. Así que decido que es suficiente, beso sus
» labios, su rostro entero, amé completamente a esa rubia hermosa.
»
» Relajado (y más enfocado) tomé la iniciativa, y ahora si, con ese descanso
» de perlas después de la primer batalla, arremetí nuevamente contra ese
» tesoro, más fuerte, me montó, yo veo sus nalgas encima de mí y acaricio su
» espalda, que espectáculo, llevo el ritmo esta vez, eso definitivamente lo
» tenía que disfrutar. Luego de perrito, de tornillo, de mariposa, chivito
» al precipicio, misionero, las únicas de las que me acordé, pero toda el
» alma ella y yo en cada una de ellas. Mis labios jamás dejaron de sentir su
» piel, sus pechos, hermosos como ella y que sin ser una exageración, me
» enviaron directamente al cielo, por segunda vez en la noche. Terminé con mi
» armadura en el suelo, pero no derrotado, si no feliz y satisfecho, con una
» de las mejores damas del reino.
»
» [image]
»
» Capítulo III
»
» Isabela, tan dispuesta ella con su inexperto y torpe caballero, me deja
» seguir disfrutando de sus labios. Mi aventura con ella ha ido excelente.
» Se aleja de mí, y nuevamente se baña. Le tengo pena, pero le pido bañarme
» con ella, y accede de buena manera. No me siento digno para volverla a
» tocar y sólo para mis adentros permito que mis ojos se deleiten con su
» desnudez... salimos, ella, platicadora un poco, se seca, yo hago lo mismo.
» Contemplo su belleza. ¿Cómo se consigue una mujer así en el reino real>
»
» [image]
»
» Pide su palafrén. Mala suerte, le dicen que tardará un poco. Ella hace
» pucheros, pero amable cuelga el teléfono. Mis antepasados me bendicen con
» unos minutos más de su compañía. Platicamos más, yo la tomo como a mi novia
» de preparatoria. Le tomo fotos, le encanta ser captada por el lente. Jamás
» considero tomar su rostro, ese es sólo para mi mente. Ahora ella me mira y
» me besa, me mira y platicamos. Otro beso más. Ella es una niña hard que
» cayó en la cama con un humilde caballero soft. Somos mundos incompatibles,
» lo comprendí al instante. Otro beso más. Busco una papelería abierta a esa
» hora, pues tiene que imprimir su tickets para el vuelo de temprano, le doy
» la dirección de una cercana. Sonríe. Le extiendo mi mano para hacerle
» presente la gratificación por esos momentos extraordinarios. Está un poco
» ansiosa, pues tiene que llegar a preparar sus maletas, y el buen lacayo del
» palafrén, apenas viene en camino.
»
» [image]
»
» Por fin llega, me deleita con otro beso más, quiero hacerle creer
» ingenuamente a mi mente – todavía – que no se quería ir, por que se
» despidió más veces de las necesarias. Pero se fue, por esos pasillos que
» seguramente mi caballo volverá a pisar.
»
» Ya en mis sueños, la señorita de recepción me despierta disculpándose.
» - Señor la señorita que acaba de salir, viene en camino, al parecer ha
» perdido su BlackBerry… - y me levanté sólo para verificar que ese
» teléfono, ya no estaba en mi habitación.


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